Disminuir las enfermedades asociadas a ciertos fitopatógenos, que reducen entre 20 a 40%, en promedio, la producción local.
Producirán biocontroladores de bajo costo para reducir pérdidas de tomates.
Superar las pérdidas por rendimiento debido a enfermedades que inhiben el crecimiento y producción del tomate en Arica, es el objetivo de una iniciativa que, a través del cultivo de biocontroladores nativos, mitigará los efectos dañinos de los hongos que más afectan a este tipo de cultivos.
El proyecto —cofinanciado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), del Ministerio de Agricultura— es ejecutado por la Universidad de Tarapacá (UTA), con el apoyo de la empresa Bio Insumos Nativa.
En el valle de Azapa, Arica, se producen 100.000 toneladas al año de tomate para consumo fresco, lo que supone un 13% de la producción nacional. Las pérdidas de rendimiento se deben principalmente a enfermedades como el hongo Fusarium oxysporum y nemátodos del género Meloydogyne.
“Para atenuar los efectos de estos organismos que causan enfermedades en las plantas, los productores han estado fumigando los suelos con productos químicos tóxicos con un costo cercano a $3 millones por hectárea. A pesar de ello, las pérdidas asociadas a estos fitopatógenos fluctúan entre 20 a 40% en promedio, existiendo incluso pérdidas cercanas al 100%”, indica el coordinador de la iniciativa, el doctor de la UTA, Germán Sepúlveda.
Agrega, que por medio de la selección, evaluación y producción de agentes biocontroladores (ABC), en este proyecto se pretende dar una solución más económica y sostenible al problema; junto con ello se espera concebir nuevos procesos y formulaciones que generen patentes de invención; además de comprometerse con la empresa Bio Insumos Nativa para llevar a cabo el proceso de producción y comercialización de los productos finales.
Se decidió trabajar con biocontraladores, ya que las bacterias, hongos y levaduras han demostrado ser una alternativa al control tradicional de los microorganismos que causan enfermedades, más amigables con el medio ambiente.
Su contribución radica en que presentan modos de acción diferentes a los agroquímicos. Por esto, pueden ser aplicados en rotación con pesticidas para reducir el desarrollo de resistencia. Sin embargo, su efectividad en muchos casos está supeditada a las condiciones de uso o a las condiciones ambientales imperantes en el campo.
Pioneros en control de enfermedades
El proyecto seleccionará agentes de control biológico tolerantes a la salinidad y a algunas otras restricciones ambientales de las cuales existe muy poca información a nivel mundial. La idea es que los resultados sean de fácil acceso productivo a nivel regional.
Al respecto el ejecutivo de innovación de FIA y supervisor de la iniciativa, Alfonso Yévenez, señala que “el generar este tipo de conocimiento resulta de suma importancia para la industria hortícola de la Región de Arica y Parinacota, sobretodo en una especie que tiene una significativa presencia en el mercado nacional, como lo es el tomate de Azapa. Además el aporte que se hará al lograr establecer un proceso de producción efectivo en el control de patógenos, además de amigables con el ambiente, será de gran ayuda para los productores”.
Sepúlveda agrega que la enfermedad que afecta a los tomates, se manifiesta en las plantas de seis meses de cultivo, las que presentan un pobre desarrollo de raíces, principalmente hongos y nemátodos fitoparásitos, problema que no está resuelto.
Actualmente se está en la producción de los “hongos buenos”, cepas que han sido extraídas de los valles de Azapa y Lluta para ver la resistencia en torno a la salinidad.
Los primeros resultados son promisorios y están demostrando que existen cepas muy bien adaptadas a las condiciones extremas que se encuentran en los valles cultivados de la Región de Arica y Parinacota.
Los datos preliminares permiten sostener que para Fusarium oxysporum existe un complejo microbiológico que puede incorporarse al sistema productivo del tomate que permitiría su control. Lo anterior, siempre y cuando dichos aislamientos sean adecuadamente formulados y distribuidos en el campo.
Para conseguir este objetivo, es imprescindible generar el conocimiento básico que permita sustentar el desarrollo de las formulaciones de estos microrganismos.
Un resultado muy auspicioso dice relación con explicar los mecanismos de adaptación a ambientes halófitos (suelos con exceso de sales) y ya se cuenta con las primeras evaluaciones. Hasta ahora se han colectado 30 cepas de biocontroladores y un número equivalente de hongo fitoparásitos.
Con esta batería biológica se implementará una serie de ensayos in vitro, en maceta y en campo, lo cual permitirá aclarar varias dudas referidas a las interacciones que existen entre estos microrganismos.
En la última etapa se determinarán las formulaciones más efectivas, baratas y susceptibles de ser producidas a gran escala, comercializadas y registradas. Lo anterior, dentro de un paquete de medidas que permitan reducir las pérdidas en tomates en el valle de Azapa y proyectar el uso de estas formulaciones a otras áreas productoras del país y, por qué no, de otras áreas del mundo que tengan situaciones similares.
Fuente: Infoagro
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