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AGRO20 AUSTRALIA: Tomates resistentes a las enfermedades en Queensland

Según muestran los datos del analista de materias primas del país, en Australia ha aumentado la entrada de frutas y hortalizas extranjeras, por lo que su industria hortícola debe encontrar nuevas vías para prepararse para la amenaza de las enfermedades.

Para la ciudad de Bowen, en el norte de Queensland, hay mucho en juego teniendo en cuenta que se trata de la mayor región productora de pimiento y tomate de Australia durante el invierno.

Si surge algún problema, los precios de todo el país podrían verse afectados.

Para combatir la amenaza de la enfermedad, Ian Walker, experimentador jefe en la estación de investigación del Departamento de Agricultura, Pesca y Silvicultura de Bowen, está cultivando tomates resistentes a la enfermedad mediante polinización cruzada.

"No dejamos de tener problemas con las nuevas enfermedades que llegan al distrito, además de con las antiguas que mutan para convertirse en cepas nuevas", explica.

"Existe la necesidad constante de abordar los desafíos de las nuevas y antiguas enfermedades al mismo tiempo que se mantiene y mejora el rendimiento para los agricultores y la calidad para los consumidores".

Los experimentos de Walker consisten en tomar el polen de una planta (progenitor macho) y transferirlo a los órganos reproductivos de otra (progenitor hembra) para forzar la fertilización de esta última.

En la naturaleza, las tomateras no necesitan el polen de otra planta para reproducirse, sino que son hermafroditas y, por tanto, pueden reproducirse consigo mismas.

No obstante, en el invernadero de Walker, el proceso es diferente. Tiene 700 plantas que usa para sus experimentos de reproducción cruzada.

El primer paso del proceso reproductor es castrar el progenitor hembra eliminando el cono anteridial del centro de la flor.

Una vez eliminado el cono, se dejan al descubierto los ovarios de la planta y, una vez polinizados, se convertirán en un tomate llegado el momento.

Con la ayuda de un lápiz, se extrae el polen de la flor del progenitor macho y después se transfiere al estigma de la planta hembra.

Cuando el tomate está desarrollado por completo, se recogen las semillas, se plantas y, por último, se someten a una prueba de resistencia a la enfermedad para comprobar su potencial para aumentar el rendimiento de la cosecha y la calidad del fruto.

"No se trata de una modificación genética, sino de una recombinación de genes para dar lugar a variedades diferentes, algo que lleva ocurriendo desde siempre en la naturaleza", aclara Walker.

Fuente: www.abc.net.au

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