Según los productores de Australia, el debate sobre la importación de tomates australianos que han recibido radiación ha sido impulsado por la intensa rivalidad existente con Nueva Zelanda, más que por la preocupación legítima sobre la seguridad de los alimentos.
Los productores de Nueva Zelanda han expresado su preocupación de que los supermercados pudieran empezar a almacenar tomates y chiles irradiados el próximo mes.
El tratamiento, que no utiliza productos químicos y que se emplea para eliminar plagas como la devastadora fruta de la mosca de Queensland, fue aprobado el pasado mes por la agencia reguladora binacional Food Standards Australia New Zealand (FSANZ).
Todavía se necesita la aprobación final de la ministra de Seguridad Alimentaria Nikki Kaye y de sus homólogos australianos, pero lo más probable es que salga adelante, y Kaye afirma que estaría dispuesta a consumir un tomate irradiado.
Los Verdes han pedido que se detengan las importaciones de tomates irradiados, mientras que el presidente de Tomatoes NZ, Alasdair MacLeod, asegura que, aunque el proceso sea seguro, no consumiría un tomate irradiado.
Los comentarios han levantado las críticas del grupo australiano de la industria de las hortalizas Ausveg, cuyo gerente de asuntos públicos, William Churchill, declara que el debate ha sido avivado por la rivalidad entre ambos países.
"El responsable de Tomatoes NZ probablemente pensará: 'Prefiero comerme un tomate neozelandés que uno australiano', independientemente de que haya recibido irradiación".
Churchill explica que la irradiación es un método seguro que evita la necesidad de fumigar con bromuro de metilo, un proceso que tarda una semana en completarse y daña la capa de ozono.
Dice que los tomates reciben una rápida dosis de radiación que mata a las moscas de la fruta, pero no daña al alimento en sí mismo.
Añade que los comentarios "alarmantes" de Los Verdes sobre la seguridad de la irradiación son falsos e irresponsables.
MacLeod, de Tomatoes NZ, ha solicitado que todos los productos frescos irradiados sean identificados con una etiqueta obligatoria, alegando que los consumidores tienen el derecho a saber.
"Al contrario que Australia, Nueva Zelanda no cuenta con un etiquetado obligatorio del producto fresco, por lo que en el régimen actual, a no ser que los minoristas se encarguen por su propia cuenta de etiquetar con claridad los tomates y chiles australianos irradiados, los consumidores no lo sabrán".
El director general de Horticulture NZ, Peter Silcock, apoya las peticiones de los estrictos requisitos de etiquetado.
"Los neozelandeses no reciben suficiente información sobre el origen de los alimentos que compran y consumen", asevera.
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