La cría de lombrices es una actividad reducida pero cada vez más diversificada, que de a poco se está haciendo un lugar en la provincia entre las actividades económicas menos convencionales.
Por ahora, la lumbricultura local está enfocada en sus usos más comunes. Es decir las lombrices que se producen se comercializan como carnada para la pesca y principalmente para la producción de humus, un fertilizante natural para la tierra que se usa en la agricultura y en la jardinería. El humus es el resultado de la digestión de la lombriz de sustancias orgánicas en descomposición.
Pero además la cría de lombrices tiene otros usos –muchos ligados a la gastronomía– que cada vez son más explotados como alternativa a la búsqueda de productos novedosos y con propiedades diferentes.
En nuestro país las lombrices no son comestibles, pero sí se está incursionando en la elaboración de aceite de lombriz y harina de lombriz.
Ambos productos son muy valorados por su alto valor proteico y su baja cantidad de grasas, por lo que se venden tanto para la alimentación humana como para la animal. En el primer caso se suele usar para la elaboración de suplementos vitamínicos y en el segundo caso se utiliza para la elaboración de alimento balanceado para perros y gatos.
Con la revalorización de la lombriz como fuente para la producción multiuso, las perspectivas de producción local tienen posibilidades de crecimiento.
En este contexto la crianza intensiva de lombrices presenta un muy valioso aporte hasta algunos años no considerado como tal.
Para tomar la verdadera dimensión de lo que la lumbricultura puede ofrecer es importante conocer cuáles son los objetivos fundamentales de su desarrollo.
En Mendoza la producción intensiva está enfocada fundamentalmente en la obtención de un biomejorador orgánico de suelos, el humus, y en la producción de lombrices para abastecer las necesidades de nuevos emprendimientos con un potencial tal que puede llegar a aplicarse para sistemas de tratamiento de aguas servidas y residuos industriales líquidos orgánicos, adoptados con mayor frecuencia en otros países.
Hasta hace algunos años sólo unos pocos se dedicaban a reciclar por ese medio los residuos orgánicos para producir humus. Y aunque el auge de la agricultura ecológica ya le había abierto algunas puertas, la gran explosión de la actividad llegó con la devaluación de comienzos del 2002.
En la actualidad no son pocos los mendocinos que ven en la cría de lombrices una salida laboral interesante. Aunque se trata de una inversión de mediano plazo, no requiere demasiados cuidados. El principal aporte de capital se traduce en comprar los “núcleos” que serán los colonizadores de una importante futura población. El segundo paso consiste en obtener en forma sostenida los residuos que los alimentarán. Algo que con un poco de ingenio y mucha conciencia ecológica significa una actividad que a la vez contribuye a cuidar el medioambiente, sobre todo para quienes producen a baja escala y se iniciaron en esto por una cuestión filosófica antes que comercial.
Tal es el caso de Lucas Ilgevichus, estudiante avanzado en ingeniería agronómica, quien por convicción desde su infancia “compostaba” los residuos orgánicos que se producían en su domicilio. Ya en edad universitaria recibió de un compañero de facultad un pequeño recipiente con lombrices, algo que vio como una interesante oportunidad de combinar su cuidado del ambiente con la posibilidad de emprender un negocio. Al tiempo que alimentaba a estos animalitos, en las cunas que construyó para su cría fue capacitándose recurriendo a libros, internet y algún asesoramiento personal, ya que a pesar de ser estudiante de una carrera acorde consideró que “una facultad nacional de agronomía no tiene en cuenta las técnicas de lumbricultura en las producciones agrícolas. Estoy convencido de que tanto en la práctica como en lo académico debiera haber un cambio en la cultura productiva, lo que permitiría no solo dejar de dañar el suelo sino que lo recuperaría. Una aplicación de humus de lombriz cada tres o cuatro años mejora el suelo desde el punto de vista físico, químico y biológico. Es una herramienta que debería ser fundamental para cualquier tipo de producción, además es ecológico y económico”.
Desde Nutrigea, su pequeña empresa, Lucas comercializa humus de lombriz sólido ultratamizado fino (tipo borra de café), humus de lombriz líquido y humus de segunda para relleno de jardines.
En el otro extremo de la escala de producción se encuentra Julio Sarmiento, propietario de HOL Mendoza (Humus Orgánico de Lombriz) una planta de tratamiento de mono-alimento, certificado libre de maleza donde se procesan varias toneladas de residuos diarios, lo que permite lograr una producción anual que supera los 1.000m3 de humus de lombriz de alto contenido en materia orgánica.
Trabajando bajo normas estrictamente orgánicas desde hace más de quince años HOL provee abonos a empresas, productores orgánicos, vitivinícolas, olivícolas y horticultores. A este nivel de producción y requerimiento se realizan análisis periódicos y permanentes del producto en cada partida de lombricompuesto certificándolos desde laboratorios, profesionales o instituciones habilitadas para tal fin.
Otra alternativa es la provisión y asesoramiento a microemprendedores en producción de carne de lombriz y harina de lombriz, mercado en franco crecimiento dado su alto valor proteico.
Sarmiento hace hincapié en la alta ventaja comparativa del producto que elabora frente a los abonos naturales tradicionales al asegurar que por ejemplo “el guano de gallina demora treinta días en la descomposición, con el peligro de que las altas temperaturas consecuentes del proceso sean perjudiciales para el cultivo, a diferencia del humus de lombriz, que actúa en forma inmediata y por un período de nueve meses, además de mantener una temperatura y humedad estables y adecuadas para la gran mayoría de las producciones. Todo esto hace que la planta sea mucho más sana y nutrida sin la necesidad de químicos.
La variedad más usada es la roja californiana
Quienes pretenden comenzar con la cría de lombrices deben tener en cuenta que no todas las variedades sirven para generar abono. Una de las más usadas es la roja californiana, que a diferencia de otras soporta altas densidades de población: en cada metro cuadrado pueden convivir hasta 50.000. Además, es longeva (10 años de vida) y tiene un ciclo de reproducción muy alto, ya que cada 3 meses es capaz de duplicar su cantidad.
Es extraordinariamente prolífera. Madura sexualmente entre el segundo y tercer mes de vida. Deposita entre 7 y 10 días una cápsula o huevo con un contenido que fluctúa de 2 a 20 embriones que a su vez después de 14 a 21 días eclosiona, originando lombrices en condiciones de moverse y nutrirse de inmediato. Come con mucha voracidad todo tipo de desechos agropecuarios (estiércoles, rastrojos de cosechas, residuos de hortalizas) y también puede utilizar desechos orgánicos de las industrias. Produce grandes cantidades de carne de lombriz por hectárea como ninguna otra actividad zootécnica. Además de no contraer enfermedades tiene la característica de no sangrar al producirse un corte en su cuerpo y es totalmente inmune al medio contaminado en el cual vive. Esto sumado a la elevada capacidad de regeneración de sus tejidos son motivos de investigación para la aplicación en el ser humano.
De hecho ya se comercializa el aceite de lombriz para el tratamiento de venas varicosas, úlceras varicosas, cicatrización de heridas, manchas en la piel, entre otras dolencias.
Por otra parte, la harina de lombriz contiene del 60 al 80% de proteína cruda, que la ubica como uno de los alimentos de mayor calidad que se puedan encontrar en la naturaleza.
Sus propiedades se pueden utilizar para producir carne de altísima calidad y a muy bajo costo, con una rentabilidad y productividad no alcanzada jamás por otra actividad destinada a la obtención de carne.
Ventajas del humus
A diferencia de los fertilizantes, el humus de lombriz no es tóxico.
Es el abono orgánico por excelencia, biorregulador y corrector del suelo. Su característica fundamental es la bioestabilidad ya que no da lugar a fermentaciones indeseables o putrefacción. Es el resultado de la digestión de la lombriz roja californiana de substancias orgánicas en descomposición. Tiene un aspecto terroso, suave, ligero y olor a tierra mojada. Influye positivamente en las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo gracias a su contenido de humedad, granulometría, aspecto macroscópico, materia orgánica, carga bacteriana, PH, cenizas y conductividad eléctrica. En cuanto a minerales, es un producto rico en nitrógeno, nitrógeno orgánico, fósforo, potasio, calcio, magnesio, sodio y hierro. Las excreciones de la lombriz están recubiertas de un gel mucoproteico que modifica la estructura del suelo y aumenta la macroporosidad.
fuente diariouno
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