Si bien se vendió todo y los precios 'salvaron los gastos', el dólar desactualizado y la inflación de costos redujeron la rentabilidad de este bulbo. En el 2006 se cultivaban unas 2.800 hectáreas. Ahora rondarían las 700 hectáreas.
Un mal momento vive la producción del ajo en la provincia de San Juan en particular y de Argentina en general, en momentos en que comienza a prepararse la siembra para la próxima campaña.
Atrás quedaron los tiempos cuando San Juan cultivaba 2.800 hectáreas de este bulbo ocupando unos 17.000 trabajadores entre mano de obra directa de cosecha y empaque y logramos comercializar unas 21.000 toneladas entre granel y empacado para mercado externo.
Claro, esto fue en la campaña 06-07, cuando aún se vivían los beneficios de la devaluación del 2002 y por un tipo de cambio relativo favorable a nuestro país, la Argentina era barata y el mundo frutihortícola hacía sus negocios comprando a buen precio en nuestro país.
Luego llegó la sequía y la inflación de costos. Ambos fenómenos, el climático y el macroeconómico se transformaron en una especie de tenaza sobre un sector que hoy vive una suerte de extinción:
La sucesión de campañas con escasez de agua para riego obligó a reubicar los cultivos en zonas con agua 'garantizada', como las puntas de canales. En muchos casos se volvió obligatorio el uso de pozos aumentando los costos. Finalmente, la falta del recurso hídrico se notó en las 2 últimas campañas con mayor romaneo chico del ajo.
La inflación en el costo de los insumos para la producción se ha convertido en un factor insostenible. Sólo cabe recordar que en el 2001 una bolsa de urea costaba unos U$S12, mientras que hoy, al tipo de cambio oficial, su costo ronda los U$S40.
Mano de obra: Se trata de un componente de costos que no solamente se volvió caro, sino que con el pasar de los años se ha convertido en escaso y de mala calidad. Otras actividades como la minería han absorbido grandes cantidades de operarios por sus mejores salarios y al campo le toca actualmente el papel social de absorber la mano de obra que otros sectores descartan.
Cuestión de números
En general se habla de una reducción de superficie para la presente campaña del orden del 35 a 40%. Según explican los propios productores y profesionales del sector los costos no dan y si bien en el mundo hubo faltante de oferta así como demanda sostenida del producto, los mercados internacionales no estuvieron predispuestos a reconocer una Argentina "cara".
Por ejemplo el valor FOB de poner una caja de ajo en el puerto de Buenos Aires en la campaña que termina fue de U$S25 la caja de 10 kilogramos o de U$S24 si el envío se hacía por el puerto de Valparaíso. Pero los operadores frutihortícolas, por este precio se mostraron poco afines a reconocer el esfuerzo sanjuanino y especularon con un Brasil retraído en compras cuando en los mercados el precio final era de U$S27 a 32 la caja de 10 kilogramos. Los productores reconocen que el costo no debería haber pasado U$S22. La realidad local en cambio obliga a perder dinero.
Por estas razones el cultivo del ajo tiende a desaparecer y en esta campaña que se inicia en el sector no se animan a asegurar que superará las 700 hectáreas de este bulbo en la provincia. Con ello la demanda de mano de obra de este sector caerá de unos 17.000 a unos 4.200 operarios, en un rubro que además movilizó unas 14.000 toneladas de promedio anual en los últimos 15 años. El equivalente a 780 contenedores, siendo el principal producto hortícola de exportación y facturando unos U$S40 millones promedio anual.
Fuente: Freshplaza
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