Como informó El Litoral el sábado, la Asociación de Industriales Panaderos de Rosario anunció que no le van a comprar harina a los molinos hasta el jueves, para reclamar contra el alza de los precios. “Estamos en una situación que nunca ocurrió en nuestra industria. El último precio que tenemos de la bolsa de harina es de 258 pesos. Además, los pagos se acortaron y los cheques ya no los aceptan más”, contó Gerardo Di Cosco, presidente de la asociación que nuclea a los panaderos rosarinos.
En Santa Fe, Rubén Sabena, vicepresidente del Centro de Industriales Panaderos (Cipasfe), le confirmó a El Litoral que esta tarde habrá una reunión para definir la postura de la entidad frente al creciente incremento del costo del insumo más importante. “No comprar harina durante varios días es una medida difícil de tomar, ya que no todas las panaderías tienen stock suficiente y necesitamos trabajar, pero la situación preocupa”, reconoció.
Sabena recordó que a principios de mayo, la bolsa de harina de 50 kilos costaba unos 115 pesos y en este momento es muy complicado conseguirla por menos de 250 pesos.
En la industria molinera, confirman estos números. Federico Ecenarro, vicepresidente del Molino Matilde, precisa que la bolsa de harina costaba unos 95 pesos en diciembre —sin impuestos ni fletes— y ahora sale casi 200 pesos. Es un aumento del 110% en siete meses.
La novela del trigo
El pan aumenta porque la cosecha triguera se redujo más de un 30%. Toda una paradoja en el granero del mundo.
En esta campaña, la producción de trigo alcanzó las 9,8 millones de toneladas, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Son unas 6 millones de toneladas menos, aproximadamente, que el volumen que la Argentina lograba hace unos años (16 millones de toneladas en 2007, por ejemplo).
En el otoño pasado, muchos productores decidieron reducir el área de siembra del cereal por las dificultades de comercialización que enfrentaron en las campañas pasadas. Venían argumentando que era muy difícil venderlo a un precio razonable por las intervenciones de la Secretaría de Comercio Interior, que maneja Guillermo Moreno, y que “pisa” el valor en el mercado interno con el objetivo de “defender la mesa de los argentinos”.
Pero este año, encima, el clima metió la cola. En la primavera, el exceso de lluvias deterioró la calidad panadera de una porción significativa de la cosecha argentina: se estima que una tonelada y media de trigo no es panificable por exceso de agua.
En este contexto, la producción de trigo quedó más cerca de la demanda del mercado interno (entre 6 y 7 millones de toneladas) y hay importantes tensiones a lo largo de la cadena triguera (productores, acopios, exportadores y molinos) sobre quién tiene el trigo que falta para tranquilizar el mercado. Además, la tonelada de trigo ahora vale más de 2.000 pesos; es decir, más que la de soja. “Lo que es objetivo es que falta trigo y por eso aumenta el precio de la harina”, planteó Ecenarro.
Hay dos cosas más que hay que poner en contexto. La primera, que con una cosecha promedio de trigo habría margen más que suficiente para exportar y abastecer el mercado interno. La segunda es que esta novela se parece demasiado a la de la carne, que terminó con una fuerte caída en el stock de ganado y una previsible disparada de los precios.
El dato
Fracaso
En el marco del alza del precio de la harina y del pan, la diputada provincial por la Coalición Cívica, Susana García, advirtió: “Con estos resultados, debería reconocerse el fracaso de la política triguera nacional. Es hora de priorizar el pan, y avanzar en el control, pero de los que hacen el gran negocio, y no perseguir a los productores, que casi ni inciden en su precio”.
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