En las ciudades todo parece abundar -y hasta sobrar- pero lo cierto es que no alcanza para hacer felices a sus habitantes y hay una razón: la urbanidad aleja a las personas de la naturaleza y ello se traduce en insatisfacción e intolerancia crecientes.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO), se estima que unos 800 millones de habitantes de ciudades de todo el mundo participan en actividades relacionadas con la AUP que generan ingresos y producen alimentos. Una gran parte de los productos de la agricultura urbana se destinan al consumo propio, mientras que los excedentes ocasionales se venden en el mercado local.
“Volver a la naturaleza, sería su mayor riqueza”, nos dice el cantautor argentino, Chico Novarro, en su hermosa y vieja canción “Carta de un león a otro”, en la que un león encerrado en un zoológico le escribe a otro que trabaja para un circo…
"Incorporar la huerta en casa es un cambio de vida saludable", defiende Ana Trotti, participante de los cursos Agricultura Urbana y Periurbana y Cultivo de Aromáticas dictado por Agroconsultora Plus (ACP); organización dedicada a la capacitación online en alimentos para Iberoamérica.
En estas ideas encuentra su fundamento iniciar una huerta urbana. Gozar de una huerta en un balcón, terraza o jardín -aunque sea pequeña- genera grandes beneficios tanto para la propia salud como para el entorno y el medioambiente.
Solo por destacar algunos de estos muchos beneficios, mencionamos:
Proveerse de alimentos sanos -sin pesticidas ni fertilizantes químicos-, no contaminantes del medioambiente, ricos en nutrientes y sabrosos. En general al trabajar nosotros mismos sobre la huerta encontramos fácil cultivarla de forma orgànica.
Tomar conciencia de lo que comemos y de dónde provienen los alimentos cuando los compramos sin saber si las técnicas que se emplearon para cultivarlos contaminan o no los suelos, el agua y el aire.
Autoabastecerse frente a situaciones de falta de dinero o no disponibilidad de alimentos por eventos climáticos.
Compartir con nuestros hijos y seres queridos momentos de plenitud y bienestar, dando ejemplo de vida, trabajo y esfuerzo.
Desarrollar sensibilidad y flexibilidad frente a las eventualidades de la vida, sorprendernos y maravillarnos con la mera observación de la naturaleza, sus procesos y bondades.
Experimentar la alegría y plena satisfacción cuando cosechamos lo que cuidamos con tanto amor y contagiar nuestra alegría a familiares y amigos.
fuente ON24
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