Esta conclusión se desprende de un análisis económico sobre la nueva campaña realizado por Carlos Ghida Daza, del área de Economía del Inta Marcos Juárez.
Sobre la base de los rendimientos promedios del quinquenio para ambos cultivos (35,16 quintales de trigo y 23,8 para la soja de segunda), la secuencia entre el cereal y la oleaginosa muestra valores positivos hasta pagando un alquiler de 24 quintales de soja por hectárea.
De acuerdo con el informe, un arrendamiento de esa magnitud genera un margen bruto en la rotación trigo/soja de segunda de 336,4 pesos por hectárea. A esos valores, una soja de primera con un rendimiento promedio de 31,73 quintales pierde 373,3 pesos por hectárea, mientras que un maíz con una productividad de 90,64 quintales, el número en rojo alcanza a 56,5 pesos por hectárea.
En un esquema productivo con un alquiler de 16 quintales por hectárea, la ecuación de la rotación trigo/soja de segunda aporta un margen bruto de 1.391,6 pesos por hectárea, muy superior a los 681,9 pesos de la soja de primera y de los 998,7 pesos recaudados por el maíz.
A la hora de comparar la estructura de los costos operativos de la presente campaña con la pasada, todos los ítems del ciclo 2013/14 presentan aumentos.
Según los números reflejados en el análisis, a los valores de precampaña (marzo), el paquete de insumos que conforman semillas, curasemilla, herbicida y la aplicación de 100 kilos de urea y 40 kilos de fosfato diamónico (PDA) tiene un valor de 694,78 pesos por hectárea. La magnitud representa un incremento de 13,2 por ciento respecto de agosto pasado, según los datos del informe.
El costo de las labores (siembra directa, pulverización terrestre y fertilización) también se encareció: 13,2 por ciento. Su valor para la presente campaña es de 328,65 pesos por hectárea, por encima de los 300,4 pesos de agosto de 2012.
El informe incluye, como variable de análisis económico, el valor del balance de nutrientes (VBN) para los rendimientos promedios de la zona: 35,16 quintales en trigo; 23,8 en soja de segunda; 31,73 en soja de primera y 90,64 en maíz.
De la comparación entre cultivos surge que el trigo presenta, a pesar del alto rendimiento, los valores más bajos de pérdidas de nutrientes, mientras que el maíz tiene una situación intermedia.
La soja provoca las mayores pérdidas, a pesar del aporte de nitrógeno de la fijación simbiótica. “Esta situación hace que el doble cultivo muestre la mayor pérdida neta de nutrientes”, precisó Ghida Daza.
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