En Hawái cientos de plantaciones ha sido víctimas de ataques
Las papayas puede que no sean la única fuente de productos genéticamente modificados en Hawái, pero este cultivo ha sido víctima de la mayor parte del debate público relacionado a los transgénicos.
Fotografía: Papaya Rainbow papaya/ Hawaii Grown Papayas
A fines de septiembre, en un ataque a las plantaciones de J&L Papaya Farm, cerca de 100 árboles de papayasgenéticamente modificadas fueron destruidas en la Isla Grande, zona donde se encuentra la mayor parte de la producción de papaya hawaiana.
Pero este no es el primer ataque contra plantaciones de papayas transgénicas en la isla. En 2008 unos 8.500 árboles fueron destruidos, mientras que en 2011 unos 10 acres del cultivo fueron arruinados por los ataques.
El ataque más reciente viene de la mano de un controvertido debate sobre la producción de papayas genéticamente modificadas en Hawái. Dos proyectos de ley que buscan restringir la biotecnología están siendo debatidos por el gobierno local. Una de estas leyes establece que todos los árboles transgénicos depapayas deben ser talados y se multará a sus productores.
En entrevista con PARANORA RURAL el investigador de la Universidad de Hawái, el Dr. Richard Manshardt explicó como, la ahora controvertida variedad Rainbow – variedad genéticamente modificada –, se dio a conocer y se hizo cargo de una industria que estaba batallando por sobrevivir.
Manshardt trabajó en el desarrollo de esta variedad, en un periodo en que la producción de la papaya Kapoho Solo estaba al borde del colapso a causa del virus de la mancha anular. La Kapoho Solo, introducida a Hawái en 1910, fue golpeada por primera vez por el virus en la década del ´40 y continuó experimentando altibajos hasta que los investigadores decidieron meterse de lleno en el desarrollo genético en la década del ´90.
“Hubo intentos con el mejoramiento convencional, tratando de encontrar tipos de papaya en todo el mundo que fueran resistentes al virus. Si bien hay algunas que son tolerantes, lo que significa que pueden contraer la enfermedad pero pueden seguir produciendo, no hay nada que sea muy resistente y de alta calidad que pueda ser utilizado con propósitos de desarrollo”, dijo Manshardt.
“Cuando llegué aquí [hace 30 años ], intenté cruzar papayas con parientes silvestres que tenían resistencia a las enfermedades de las montañas de los Andes, pero los cruces resultaron estériles”.
Alrededor de 1987, investigadores universitarios comenzaron a trabajar en la creación de una variedad de papaya genéticamente modificada para resolver las barreras de producción que no habían logrado ser abordadas a través de los programas convencionales.
En 1998, el equipo obtuvo la variedad Rainbow – víctima de los recientes ataques agrícolas – lista para su comercialización.
“Los productores la acogieron rápidamente porque funcionó. El cultivo era un híbrido, un híbrido F1. Tenía muchas de las características comerciales de la variedad Kapoho, una que siempre habían exportado. En realidad fue una variedad de mayor rendimiento”, dijo.
Actualmente, entre el 75-80% de las papayas cultivas en Hawái están genéticamente modificadas, opción que se ha expandido a otras variedades como SunUp y Laie Gold.
Aumento de la competitividad
Mientras Hawaii ha trabajado en recuperar su industria, otros actores globales intensificaron su juego y han hecho la competencia más difícil.
“Luego que Rainbow fue liberada, los volúmenes aumentaron pero nunca alcanzaron el nivel que tenían antes del virus. Si le echas un vistazo a las importaciones en EE.UU. continental durante ese período, desde principios de los años 90 a principios del 2000, las importaciones cayeron. A principios de la década teníamos unas tres cuartas partes de las importaciones, pero a finales de la década estábamos camino a menos del 25 %”, dijo.
Durante ese tiempo, México incrementó su presencia en el mercado de EE.UU., al igual que Belice y Brasil.
“Nuestros competidores reales eran de Belice y Brasil que exportaban a EE.UU. el mismo tipo de papayas Solo. Ellos simplemente tomaron el relevo cuando cayó la producción cayó en Hawái debido al virus y se convirtió en una situación de competencia muy dura para Hawái en la parte continental de EE.UU.”, dijo.
“Al mismo tiempo, con nuestras exportaciones a Japón – que eran muy lucrativas – perdimos ese mercado porque no estábamos en condiciones de suministrar fruta y también porque cuando se liberó la variedad Rainbow Japón no aceptaba fruta genéticamente modificada”.
En el mercado local, Manshardt dijo que la mayoría ha estado abierta a comer fruta genéticamente modificada, pero que gran parte del debate se ha complicado debido a la entrada de intereses corporativos más grandes.
“Es un tema volátil y la papaya no ha tenido que ver mucho con eso, ya que no se produce a través de los intereses corporativos. Fue a través de la Universidad de Hawái , la Universidad de Cornell , del USDA “, dijo , explicando que gran parte de las investigaciones cuentan con fondos privados.
Para el investigador, esta tecnología ofrece una gran promesa. “No va a reemplazar a lo convencional o lo orgánico, pero es una herramienta que deberíamos tener. Se nos está negando [a través de la financiación] debido a temores irracionales e intereses especiales”.
Entre el ruido del debate sobre los transgénicos, Manshardt animó su coexistencia con los productos convencionales, permitiéndole al agricultor elegir qué opción de producción es la más apropiada.
“Las organizaciones de productores, la gente realmente cultiva y las Universidades, todos ellos defienden la coexistencia. Hay diferentes formas de cultivar las cosas: orgánica, genéticamente modificadas, convencionales. Todas pueden coexistir”.
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