“Las bajas temperaturas han provocado que no se registren inconvenientes sanitarios, aunque vendría bien que lloviera en algunas chacras. De todas formas habrá que esperar a ver qué ocurre en primavera, período clave para poder saber que productividad tendrán los cultivos”, indicó el empresario.
La falta de mineralización, debido a los citados excesos hídricos, trajo aparejado que el agua “lavara” los suelos, dejándolos con una menor cantidad de nitrógeno. La consecuencia de esto, si bien no es de magnitud, son algunos retrasos en el desarrollo en chacras puntuales, dijo el productor.
A nivel de cebada la situación es parecida a la del trigo. “El estado sanitario es bueno, salvo por la aparición de algunos hongos, debido a las bajas temperaturas. La falta de agua que se registra también en este cultivo, hasta el momento, no ha tenido consecuencias de magnitud, pero de no modificarse esta situación podría afectar su desarrollo”, sostuvo Miguel Carballal, directivo de la Asociación Uruguaya de Siembra Directa (Ausid).
Aquellos productores que optaron por no hacer cultivos de invierno y apostar a las sojas tempranas, haciendo coberturas en los suelos para mantener el estado de los mismos entre zafra y zafra de verano, en la actualidad están quemando las chacras con glifosato, indicó el presidente de la Cooperativa Agraria Nacional (Copagran), Mathías Mailhos. Afirmó que si bien la mayoría de los agricultores comenzarán con la siembras de soja a principios de noviembre, algunos “audaces” lo harán ya a mediados de octubre.
La soja continúa siendo la vedette de la agricultura uruguaya y sigue ganando área zafra tras zafra, de la mano de una demanda internacional que no para de crecer, principalmente debido a las necesidades de China que es el gran mercado para el Mercosur.
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