URUGUAY : La ExpoPrado que finalizó este domingo no fue una edición más. El principal sector de la economía nacional atraviesa un momento muy especial, lleno de empuje, realizaciones y potencialidades, y eso quedó en evidencia en el discurso del presidente de la Asociación Rural, Ruben Echeverría. Un discurso que sin dejar de manifestar reclamos y alguna queja, fue tal vez el más conciliador y positivo que se haya escuchado en un evento de este tipo en muchos años.
“Si al campo le va bien, al país le va mejor. ¡Y si a todos nos va mejor, el país avanza!”. Ese fue el mensaje central del discurso de Echeverría, algo fácil de comprobar al ver que los últimos diez años, período de auge y recuperación notorio del sector agropecuario nacional, coincide con el mejor momento de la economía uruguaya en más de medio siglo. “Acá vienen antiguos residentes del interior a encontrarse con sus viejas raíces y con sus parientes que bajan a la capital una vez por año. Vienen los productores, los estudiantes, los profesionales del campo y los amigos a encontrarse. Viene la familia uruguaya toda”.
La ARU destacó los avances en áreas tradicionales como la carne, la lechería, la lana y la forestación. Pero además, lejos de mirar con desconfianza los vertiginosos cambios que se vienen generado en el sector, defendió el impulso que ha tomado la agricultura, una actividad que está modificando muchos de los aspectos más arraigados de la producción agropecuaria. “En la nueva agricultura están creciendo empresas con gente joven, muchos uruguayos, que están desarrollando una cultura más moderna en el campo, profesional, jugada al riesgo empresarial siempre virtuoso y arriba de las cosas”, sostuvo Echeverría. Asimismo, reconoció el “expeditivo” accionar del gobierno frente al golpe sufrido por el sector granjero debido a problemas climáticos. Y también comprometió el apoyo de la ARU para todo lo que tenga que ver con la mejora de la vida del trabajador rural, sus derechos, su formación, su desarrollo económico y personal.
Si bien no fueron tan severas como otros años, hubo lugar también para algunas críticas al gobierno. Se habló de la competitividad, del exceso de trámites y regulaciones, de los discursos gratuitamente confrontativos que surgen desde núcleos ruidosos en la fuerza gobernante, que parecen no entender que en el mundo de hoy el éxito de una sociedad no se da por la imposición sangrienta de unos sobre otros, sino por la colaboración y coordinación de los distintos sectores de la realidad nacional. Se habló de la necesidad del respeto a la Justicia y sus decisiones, de la seguridad imprescindible para la convivencia pacífica, y del peligro de considerar a los planes de ayuda social como un fin en sí mismo, en vez de verlos como una herramienta momentánea para “enseñar a pescar” y fomentar el trabajo digno y genuino.
Pero tal vez las alertas más sonoras no fueron para el gobierno, sino para la sociedad en general. Y se centraron en el innegable proceso de pérdida de valores que han sido inherentes a la sociedad uruguaya, y que la hicieron distinta para mejor, en comparación con muchos países vecinos. Especialmente se habló de la educación, del cumplimiento de la palabra empeñada, de la familia como célula básica de la sociedad. “Sin educación es cada vez más difícil conseguir un trabajo digno y sin trabajo no hay libertad. Y sin la libertad y la tranquilidad en lo material que da un trabajo no hay desarrollo personal!”, afirmó Echeverría. Un planteo compartible, y que no es una queja de sectores acomodados que no entienden los cambios sociales en el país, como suelen caricaturizar algunos este tipo de reclamo. Sino la alerta de un sector que por su naturaleza tiene las bases plantadas en las raíces del ser nacional y cuya responsabilidad es justamente alertar cuando la deriva natural de la sociedad la va alejando de todo aquello que le dio una identidad y una forma propia de pararse ante el mundo.
“En democracia, con respeto, con argumentos y con altura, sentimos que nuestra historia y manera de ser nos obliga a decir lo que pensamos”, concluía su mensaje el presidente de la ARU. “Que tengamos puntos de vista diferentes en algunos temas es normal, no afecta las cordiales relaciones ni mella nuestro espíritu de contribución”. Un enfoque saludablemente distinto al que muchos políticos y dirigentes sindicales nos tienen acostumbrados.
“Que tengamos puntos de vista diferentes en algunos temas no afecta las cordiales relaciones ni mella nuestro espíritu de contribución” dijo el presidente de la Asociación Rural.
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