Cada vez es más evidente la necesidad de implementar acciones para reducir la dependencia alimentaria de nuestro país, al menos en lo que se refiere a los principales granos, en donde el porcentaje de importación con respecto al consumo es elevado, como el caso del arroz, maíz, trigo y de manera crítica de las semillas oleaginosas.
Todos estamos de acuerdo en el extraordinario potencial del sector agropecuario de México, basta solamente observar la brecha que existe entre los rendimientos de un cultivo en una misma región productiva; esto refleja la ineficiencia que, sin darse cuenta, muchos productores aún están cometiendo.
Se conoce como pérdidas primarias de producción a los daños que sufre un cultivo por deficiente atención y que repercute en mermas, por ejemplo, por el ataque de plagas y enfermedades.
Pero algo que es preocupante son las pérdidas secundarias, las cuales ocurren por deficiencia durante la cosecha y en todo el proceso de transformación y mercadeo de los productos. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, estas pérdidas pueden ser hasta de 37%; es decir, una vez que el cultivo de maíz, por ejemplo, cumplió su ciclo biológico de más de 150 días y después que consumió fertilizantes y agua logra rendir 10 toneladas por hectárea, de éstas 3.7 se pierden en recolección y poscosecha.
Si bien económicamente no es factible reducir las pérdidas a 0%, los productores, acopiadores, industriales y demás agentes que participan en las redes de valor se deben sensibilizar para evitar y corregir las ineficiencias y así lograr un máximo de 10% de mermas. Esto significaría en automático un incremento en la disponibilidad de producto de hasta 27% más.
Lo anterior implica, como hemos dicho, hacer de mejor manera todos los procesos, es decir, utilizar las tecnologías más apropiadas, pero principalmente un adecuado entrenamiento a los operadores, desde la cosecha, carga, transporte, descarga, almacenamiento, conservación, transformación y comercialización.
Las medidas que se deben tomar no son complicadas, tales como realizar la cosecha de manera oportuna de acuerdo al contenido de humedad y madurez adecuada del grano, utilizar equipos bien calibrados, contar con una red de transporte en buenas condiciones, conservar los granos en almacenes cerrados que cuenten con equipo de aireación suficiente y de preferencia bien mecanizados y monitoreados por personal calificado, entre otras buenas prácticas de manejo que existen.
Fuente: eleconomista.com.mx
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