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La soja está cada vez más de moda y su consumo, por tanto, aumenta de forma exponencial. Según un artículo publicado en el portal de origen chileno América Economía, se espera que su consumo mundial se incremente en unos 55 millones de toneladas para 2019 o 2020, hasta alcanzar los 290 millones de toneladas. Por eso tuvo tanta repercusión el reciente descubrimiento de la bióloga argentina Raquel Chan, que logró aislar un gen resistente a la sequía y a la salinidad que, injertado en soja, maíz o trigo, promete multiplicar los rendimientos y lograr una verdadera revolución biotecnológica. El hallazgo está, sin embargo, salpicado de luces y sombras.
En principio, el descubrimiento debería ser positivo. Así lo cree la propia presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que recibió con entusiasmo la noticia, dado que el país es el segundo exportador mundial de maíz y el primero de aceite y harina de soja. Brasil, otro de los mayores productores, también se vería beneficiado por el hallazgo. "Se trata de uno de los descubrimientos más importantes en términos de mejorar la calidad de la semillas", aseguró Fernández de Kirchner. El Gobierno argentino cree que el hallazgo "podría duplicar la productividad de la soja, el trigo y el maíz".
Lo que realmente logró Chan, al frente del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL) un centro creado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Argentina (Conicet) y la Universidad Nacional del Litoral (UNL)? fue identificar entre el complejo genoma del girasol al gen HAHB-4, que lo hace resistente a la sequía y a la salinidad del suelo. Una vez que son inoculados con el gen, la soja, el trigo y el maíz "aumentan enormemente la productividad", según explica la propia Chan. Los expertos creen que el rendimiento crece entre el 15% y el 20%. El estudio de la soja está más avanzado que el del trigo y mucho más que el del maíz, aunque el camino hasta que se comercialice es largo en cualquier caso, dado que primero se debe obtener la habilitación en cada país.
En unas declaraciones realizadas a BBC Mundo, la propia Chan reconoce que ese proceso no será breve y cree que la nueva semilla transgénica podría estar a la venta en 2015. "Para otorgar el permiso, los organismos nacionales buscan que se cumplan tres pautas: que el producto genéticamente modificado no tenga elementos tóxicos, que sea nutricionalmente equivalente al producto original y que no cause un daño al medio ambiente", resumió la científica. Aunque en los ensayos ha superado las exigencias, Chan admite que puede que en algún país no se apruebe su uso.
Este tipo de soja transgénica, que será comercializada por Verdeca (empresa conjunta formada por Bioceres y Arcadia), ha generado controversia y ha alertado a los ecologistas. "Si no se adopta una política que prohíba en forma total los desmontes, esta semilla transgénica implicará el fin de los últimos bosques nativos chaqueños, ya que permitiría realizar agricultura en zonas boscosas donde llueve muy poco y que poseen suelos salitrosos. Además, "fomentará la sojización de nuevas regiones, como la Patagonia", advirtió Hernán Giardini, coordinador de la Campaña de Bosques de Greenpeace Argentina.
Greenpeace Argentina ya publicó en 2011 un informe científico sobre el herbicida glifosato, extensamente utilizado en su país para la producción transgénica. El documento advierte de que la exposición de las personas al glifosato ha sido vinculada a varios efectos crónicos: reproductivos, defectos de nacimiento o neurológicos.

Fuente: dirigentesdigital.com

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