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Pata negra, cebo, recebo, serrano, de bodega, 5 Jotas, Gran Reserva… Hasta ahora, eran tantos los apellidos que podía tener un jamón, que dejábamos la elección a nuestro charcutero. La nueva normativa de calidad de los productos ibéricos nos facilita el trabajo.

El Gobierno acaba de dar un paso adelante en la protección y el derecho a la información del consumidor. La nueva normativa de calidad de los productos ibéricos nos permitirá conocer la autenticidad del embutido que compramos.

Para los nada expertos, como yo, distinguir el mejor jamón entre las decenas de marcas y denominaciones parece tarea propia de un ingeniero. Nos preocupamos de que en su etiqueta ponga que es "ibérico", y el resto se lo dejamos al charcutero: "este sale bueno". Si no nos pasamos la tarde bebiendo agua, quedaremos satisfechos con nuestra compra.

Pero lo cierto es que la alimentación del cerdo y el espacio en el que se cría repercuten directamente sobre su sabor. Sólo el ibérico puro de bellota nos garantiza la máxima autenticidad. Hasta ahora, la palabra "extensivo" en la etiqueta nos aseguraba que el animal se había criado en un espacio abierto, pero su alimentación podría haber combinado bellota y pienso, y la pureza de su raza no tenía por qué superar el 50%. Si en cambio era "de cebo intensivo", su alimentación se habría limitado al pienso, y su crianza habría tenido lugar en una nave industrial.

Pero la variedad no termina ahí: existe jamón pata negra, de recebo, serrano, de Bodega, de Teruel, 5 jotas, Gran Reserva… Todo este lío de términos y apellidos ha animado al Ministerio de Agricultura a limitar a tres el número de denominaciones posibles: "bellota", "cebo de campo" y "cebo". Además, se distinguirá entre el jamón "100% ibérico" y el “ibérico” a secas; y en el caso de que el animal sea un cruce entre la raza ibérica española y otra no autóctona (como el duroc jersey, ejemplar americano ligeramente más grande), tendrá que indicarse.

Quedará prohibido también cualquier símbolo o imagen en la etiqueta que pueda confundir al consumidor, y le haga creer que está adquiriendo un producto de calidad superior.

Pero eso no es todo. Para un mejor desarrollo del animal, se limitarán las cargas ganaderas admitidas en las dehesas, y se incrementará la superficie mínima exigida para la crianza en los sistemas de cebo. El objetivo de esta nueva normativa no sólo tiene que ver con la protección del consumidor, sino también con la conservación de la raza ibérica.

Fuente: antena3

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