Una categoría de insecticidas, utilizada de forma generalizada en el sector agrícola, puede ser la responsable del alto nivel de mortalidad de las abejas en Europa. La Comisión Europea pretende prohibir su uso, pero los fabricantes intentan desbaratar los planes.
Tom Ysebaert
El zumbido y el revuelo que está produciendo el asunto de las abejas se intensifica. Están desapareciendo colonias enteras y la gente quiere saber quién es el culpable. Esta situación ha hecho que las todas miradas se dirijan a los neonicotinoides, un grupo de insecticidas. Todo comenzó con un informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, EFSA. Aunque el informe no especifica que estos pesticidas sean la causa de la mortalidad de las abejas, sí concluye que presentan enormes riesgos inherentes.
El resultado inmediato fue que los neonicotinoides pasaron a formar parte de la agenda europea. El maltés Tonio Borg, comisario europeo de Salud y Consumo, realizó una propuesta a finales de enero para prohibir el uso de tres importantes neonicotinoides (imidacloprida, tiamethoxam y clotianidina), en especial en el cultivo del maíz, el algodón, el girasol y la semilla de colza. Su intención era que la prohibición entrara en vigor a partir del 1 de julio de 2013 y que se evaluara su efecto transcurridos dos años. El comité permanente de expertos de los Estados miembros iba a revisar el informe el 25 de febrero. Sin embargo, esta reunión se ha pospuesto hasta mediados de marzo.
La Comisión se está protegiendo ante acciones legales
Según se comenta, la industria está preparando una serie de acciones legales y reclamaciones por daños. Ni el departamento de Neither Borg, ni el fabricante Syngenta están dispuestos a responder ante este supuesto. Al parecer, la propuesta se ha cambiado y se ha ampliado su alcance para que incluya también el cultivo de frutas.
La Comisión envió al comité permanente una carta que contiene una sección poco habitual en la que indica que el texto del borrador debe enviarse a los productores. Se esperan sus respuestas antes del 1 de marzo. Al mismo tiempo, la carta expone “que hay indicios de que los productos ya no cumplen los criterios de la aprobación anterior”.
De este modo, parecería que la Comisión pretende protegerse de cualquier acción legal. Después de todo, los fabricantes, que son gigantes como Bayer y Syngenta, no se van a quedar parados sin luchar. Se han publicado avisos de páginas completas en los periódicos y se han escrito cartas a los Gobiernos nacionales. También predicen la pérdida de 50.000 empleos y una pérdida financiera de 4.500 millones. La otra parte afirma que esta cifra es una minucia si se compara con los 153.000 millones de euros que generan las abejas al polinizar libremente otros cultivos.
La industria contraataca
Syngenta siembra dudas abiertamente sobre el valor del informe de la EFSA, porque no incluye detalles sobre el uso de las semillas procesadas. Bayer califica la inminente prohibición de “medida desproporcionada que pone en peligro la competitividad del sector agrícola europeo”. La federación belga-luxemburguesa del sector, Fytopharma, se ha referido a la propuesta como una “falsa solución” al problema de las abejas.
El Parlamento Europeo defiende ampliamente la aplicación de una medida para combatir el problema. Bart Staes, miembro del Parlamento Europeo de los Verdes, convenció a cientos de sus compañeros de distintos partidos para que firmaran una carta dirigida al comisario Borg en la que pedían la prohibición total.
Sin embargo, Bart Staes admite que el nivel de oposición no deja de aumentar. "No existe un consenso entre los Estados miembros. España y Gran Bretaña se muestran reticentes y Alemania también está causando problemas. Sólo sería necesario que un par de países más hicieran lo mismo para que la propuesta la bloqueara una minoría en el Consejo de ministros".
"Los pesticidas son extremadamente tóxicos"
Un portavoz de Sabine Laruelle (MR), ministra de la Pequeña y Mediana Empresa, Trabajadores Autónomos, Agricultura y Política Científica, destacó que el Gobierno belga ha respondido de un modo bastante positivo a la propuesta europea.
Sin embargo, para la organización flamenca de la naturaleza Natuurpunt la propuesta europea no es en absoluto lo bastante exhaustiva. “Debe aplicarse una prohibición general”, explican Jens D'Haeseleer (experto en abejas) y Annelore Nys (experta en agricultura). “Los pesticidas en cuestión son extremadamente tóxicos, 7.000 veces más venenosos que el DDT. Acaban en la tierra y en el agua, donde se desintegran de una forma extremadamente lenta”. El argumento contrario es que las sustancias se diluyen en gran medida y que las abejas sólo están expuestas a dosis bajas. “Incluso la exposición prolongada a cantidades pequeñas las debilita y las hace más propensas a sufrir enfermedades. Es algo similar al SIDA”, afirma D'Haeseleer.
2,5 millones de firmas en 36 horas
El catedrático Dirk de Graaf, especialista en abejas de la Universidad de Gante, sigue mostrándose escéptico. Basándose en las investigaciones llevadas a cabo por las Universidades de Wageningen y Gante, De Graaf concluye que, aunque es cierto que las abejas mueren como resultado de los neonicotinoides en un entorno de laboratorio, el índice es mucho menor en el exterior, en las proximidades de sus colmenas. En su opinión, el ácaro varroa es el principal causante de la muerte de las abejas. Pone como ejemplo a Australia, donde se utilizan neonicotinoides en la agricultura y donde no se encuentra el ácaro varroa. Allí los índices de mortalidad son mucho menores. "El insecticida es un elemento de la ecuación, pero no es el único”, explica y añade que, “una prohibición tendrá algún efecto, pero no resolverá el problema”.
Para muchas personas, el destino de las abejas es una cuestión emocional. Una petición en el sitio web de Avaaz consiguió 2,5 millones de firmas en 36 horas. Además, se va estrenar el documental titulado More Than Honey [Más que miel] el 20 de marzo. Si la película tiene éxito, no es probable que todo este revuelo disminuya en breve.
Fuente: presseurop.eu
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