La alimentación de los hijos, sobre todo en sus primeros años de vida, es uno de los aspectos que más suele preocupar a los padres.
Sobre la lactancia, ya son pocos los que dudan entre la conveniencia de la leche materna o los preparados. Y aunque, tal y como advierte la investigadora de la Universidad de Murcia (UMU), Patricia Peso, no haya que estigmatizar a las madres que no puedan amamantar a sus bebés, lo cierto es que «siempre que se pueda se debería alimentar a los recién nacidos con leche materna, ya que es el alimento ideal para el óptimo crecimiento y desarrollo del recién nacido».
Llegado el momento de introducir nuevos alimentos, lo normal es que el pediatra guíe sobre cómo ir haciéndolo y en qué momento, pero a la hora de la verdad, las dudas son muchas: qué tipo de fruta usar, cómo cocinar las carnes o pescados, preparar los alimentos de forma casera o comprar los tarritos preparados.
¿Es equilibrada la comida casera?
Es común la creencia de que la comida casera no tiene competencia, tanto por el sabor como por la calidad de los productos utilizados. Pero quizá sea necesario preguntarse hasta qué punto es cierta esta afirmación, sobre todo si se tiene en cuenta el desconocimiento que existe en torno a factores como la procedencia de las materias primas ?un tema candente ahora que la carne de caballo aparece por todas partes?, el uso de plaguicidas empleadas en ellas, la alimentación a la que se haya sometido a los animales cuya carne se va a consumir...
A esto hay que sumarle aspectos como la falta de formación en materia de nutrición infantil de los padres, ya que es difícil conocer cuál es el aporte calórico y de nutrientes más adecuado dependiendo de la edad o cuáles son los métodos de cocinado que mejor conservan las propiedades de los alimentos.
La legislación es muy rigurosa en todo lo que rodea a la alimentación infantil y los fabricantes de productos destinados a este sector de la población se ven obligados a cumplir normativas muy estrictas.
Según Carmen Martínez Graciá, investigadora del grupo de Nutrición y Bromatología de la UMU, «la ley establece el uso de los aditivos en alimentos destinados a lactantes y niños de corta edad y el listado es muy restrictivo. No se utilizan colorantes ni conservantes artificiales».
Conocer al 100% la trazabilidad de los productos
Y esto es solo un ejemplo. Tal y como cuenta José Manuel Ruiperez, jefe del departamento de producción de Hero Baby, «no se puede correr el más mínimo riesgo. Para garantizar que los potitos infantiles sean de la mayor calidad y cumplan con todos los requisitos exigidos, es necesario conocer al 100% la trazabilidad de los productos que se utilizan (el recorrido que hacen desde el campo hasta que se comercializan), de ahí que la empresa incluso controle el momento de cultivar, de recolectar o los pesticidas que se utilizan, en el caso de las frutas y verduras, y exige un riguroso control de las carnes y pescados en su origen que se repite una vez llegan a la fábrica para determinar que se encuentran en óptimas condiciones».
Por otro lado, científicos de la UMU han desarrollado un estudio comparativo del perfil nutricional de los potitos comerciales frente a las recetas caseras típicas y han determinado que hoy en día muchos padres tienen una información heredada, de sus madres y abuelas, que no siempre conlleva obligatoriamente cantidades y uso adecuados de sus ingredientes.
Por ejemplo, tienden a usar mucha carne como fuente de proteína y pocas verduras, y además, resulta imposible controlar la composición nutricional que debe tener un alimento infantil.
Así, concluyen en el citado trabajo, «los niños que consumen comida casera, no siempre reciben un aporte nutricional equilibrado, ya que el perfil de nutrientes no está controlado, algo que sí se hace en la industria», señala Carlos Alberto González, uno de los investigadores.
Añade también que «los alimentos infantiles comerciales tienen una composición fija en la que sí se tiene en cuenta el contenido adecuado de proteínas, de grasas insaturadas, de vitaminas, etc.».
Además, otra de las investigadoras, Carmen Frontela Saseta, apunta que «en la cocina casera es muy complicado controlar los niveles de grasa utilizados en la elaboración de los alimentos destinados a los niños, un factor determinante en la lucha contra la obesidad infantil».
Tampoco hay que olvidar que durante el proceso de cocinado, si no se hace de forma correcta, los alimentos pueden perder propiedades por lo que esta etapa debe ser muy controlada durante el proceso industrial, donde se cocina a temperaturas y tiempos predeterminados.
Fuente: que.es
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