La Agricultura familiar tiene un rol calve en la seguridad alimentaria de América Latina y el Caribe (ALC), señala el informe Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las Américas 2014: una mirada hacia América Latina y el Caribe.
Dicho documento, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), también analiza el contexto macroeconómico de los sectores agrícola, ganadero, forestal y pesquero, del bienestar rural y de la institucionalidad del agro.
El informe –presentado durante el Encuentro de Ministros de Agricultura de las Américas 2013, desarrollado en Argentina- señala las limitaciones de ALC para agregar nuevas tierras a la agricultura por lo que indica que el aumento de alimentos se puede lograr incrementando la productividad del sector.
Al respecto, la secretaria ejecutiva de CEPAL, Alicia Bárcena, indicó que a pesar de la desaceleración agrícola de la región en 2013, para 2014 se esperan condiciones económicas que pueden favorecer el crecimiento económico y el crecimiento agrícola regional.
“Estas tendencias deberán apuntalarse con políticas dirigidas no solo a mejorar los rendimientos de la agricultura comercial, sino también potenciar la inclusión exitosa de la agricultura familiar en las cadenas de valor”, aseguró.
Por su parte, el director general del IICA, Víctor Villalobos, señaló que la agricultura familiar es la actividad económica con mayor potencial para aumentar la oferta de alimentos de la región, reducir el desempleo y sacar de la pobreza y la desnutrición a la población más vulnerable de las zonas rurales”. A su turno el representante regional de FAO para América Latina y el Caribe, Raúl Benítez, agregó que para lograr esos cometidos es indispensable fomentar la innovación y la generación de tecnología, así como promover la inclusión de la agricultura familiar en las cadenas de valor y la retención de los jóvenes en el campo”.
La tres instituciones coincidieron en señalar que para tener mayor conexión con el mercado, la agricultura familiar debe adaptar sus métodos de producción a las nuevas exigencias, aprovechando, por ejemplo, el incremento en la cobertura de las telecomunicaciones en las zonas rurales, que permitiría acceder a más y mejor información y mejorar así las capacidades de producción, gestión y negociación.
Contexto macroeconómico y análisis agrícola
Luego de la desaceleración experimentada el 2012, este año la tasa de crecimiento del producto interno bruto (PIB) de América Latina y el Caribe se estabilizaría en torno a un 3%, para remontar a entre 3,5% y 4% en el 2014.
Se espera que la producción de cereales (el grupo de alimentos más importante en la dieta humana) alcance cosechas récord en el norte y sur del hemisferio, que aliviarían parcialmente los impactos negativos que la variabilidad climática causó en estos y otros cultivos en el 2012.
A partir del 2014, la producción y las exportaciones agrícolas de la región recibirían el impulso de la recuperación de la demanda mundial, que a su vez será alentada por el crecimiento de los países en desarrollo y la expansión de su clase media, siempre y cuando no haya efectos adversos por condiciones climáticas extremas o por una mayor debilidad del dólar.
Las tres agencias estiman que durante la próxima década los precios agrícolas bajarán en términos reales, por lo que se deben tomar medidas para aumentar la inversión, la productividad y la eficiencia de la agricultura, de manera que el sector logre enfrentar de mejor forma los riesgos climáticos y económicos, que tienen efectos más prolongados en los precios.
Además recomiendan tres tipos de políticas para afianzar las expectativas de crecimiento de la agricultura regional, referidas a la adaptación de la producción a la demanda mundial y al clima, a la sanidad e inocuidad de los alimentos (SAIA) y al funcionamiento de los mercados y el comercio.
En el primer caso, sugieren a los países de ALC tratar de aprovechar las oportunidades que surjan del crecimiento de la demanda mundial por alimentos y apoyar las políticas de mitigación de los impactos del cambio y la variabilidad climática sobre la producción y las poblaciones rurales.
En el segundo grupo de políticas, proponen fortalecer la capacitación de los recursos humanos y modernizar los sistemas de SAIA de los países, mientras que en el tercer caso enfatizan en la necesidad de promover la cobertura y el acceso a los seguros agrícolas, como herramienta para la gestión de riesgos.
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