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AGRO 2.0 Pendientes del despegue de la biomasa

Crean empleo y dejan impuestos donde llegan, lo que las convierte en codiciado objeto de deseo en tiempos de crisis. Siete municipios confían en que se instalen las plantas previstas a pesar del parón a las renovables

La alcaldesa de Jaraicejo, Pilar Montero, espera como agua de mayo que la planta de biomasa que la empresa Casatejada Alviasa proyecta para su pueblo se haga realidad. «Es un proyecto que hemos trabajado mucho y sería fabuloso que se pusiera en marcha lo antes posible porque generaría como mínimo siete puestos de trabajo directos y bastantes más indirectos, entre el transporte y la recolección de la materia prima. Eso repercutirá por ejemplo en la hostelería del municipio».

Idéntico deseo tiene Pedro Chacón, el primer edil de la localidad pacense de Puebla de La Reina, donde la cordobesa Montealto prevé abrir otra instalación de este tipo, en 50 hectáreas de la finca La Dolosa. «Hace unos días hablé con la oficina de Urbanismo y me dijeron que habían presentado la documentación y que estaban pendientes del visto bueno de la Junta. Sería estupendo porque supondría por lo menos contar con 40 puestos de trabajo; utilizarían la madera de eucalipto que ya hay sembrada, no solamente en este pueblo sino en otros de la zona como Palomas o los de La Serena y en más sitios donde se va a sembrar a raíz de esto».

Luis Mario Muñoz, alcalde de Alcántara, es otro de los munícipes que esperan que una planta de biomasa se ponga en marcha en su localidad y lo mismo ocurre en Azuaga, Jaraicejo, Mérida y Peraleda del Zaucejo, en las que han fijado sus ojos distintas empresas dedicadas a la producción de energía eléctrica. Utilizan materia prima como la madera, cultivos energéticos y residuos forestales, que generan contratos con los productores de las zonas en las que se instalan y con la propia Administración, para utilizar los recursos naturales que de ellos dependen.

Crean empleo, dejan impuestos en las localidades en las que se asientan y revitalizan la economía local, de manera que se han convertido en un auténtico objeto de deseo en tiempos de crisis.

A principios de este mismo año, sin embargo, sufrieron un revés en forma de real decreto promulgado por el Ministerio de Industria, que suspendió las primas a las energías renovables sin apuntar cual será el plazo para recuperarlas. A pesar de ello, hay proyectos en la región que siguen adelante.

La única planta de biomasa que por el momento existe en la comunidad autónoma es la de Miajadas, que abrió sus puertas a finales de 2010 de manos de la conocida Acciona, con una inversión de 50 millones de euros, una potencia de 16 megavatios y una producción de 500 millones de kilovatios por hora al año. Dos años después mantiene un centenar de trabajadores, entre los que se encuentran en la planta y los que se dedican al transporte y acopio de material.

Juan Luis Isidro, el alcalde de esta localidad, no puede más que hablar bien de un proyecto que no solo es pionero en Extremadura, ya que tiene el honor de ser la primera de tipo mixto que funciona en España (con residuos agrícolas tanto herbáceos como leñosos) y una de las pocas que lo hacen a nivel internacional.

«A la gente no le importa que le pongan una fábrica de biomasa al lado de donde viven. Es una forma de producir energía que está bien vista porque no contamina, ni siquiera sale humo aunque estén trabajando», dice el alcalde.

Cuenta que entre las razones que llevaron a elegir Miajadas para instalarla fue que se buscaba una buena situación estratégica -«aquí estamos comunicados por dos autovías»- y que además para este tipo de instalaciones «es fundamental buscar una distancia que no pase de los 80 ó 100 kilómetros entre la planta y las fincas en las que se producirá la recogida de materia prima para que el transporte resulte rentable».

Buena red de comunicaciones y una situación privilegiada a pocos kilómetros de Madrid, del sur español y también de Portugal es una de las bazas con las que cuenta la región para que sea la elegida por los promotores de biomasa. En principio parece que el decreto de enero de este año por el que el Estado suprimía la ayuda económica para la producción de energía renovable no va a echar atrás a todos los que se han fijado en la región para sacar adelante sus proyectos.

Es el caso de la planta proyectada para Mérida por Ence, que solo en su construcción va a dar empleo a 300 personas, a las que habrá que sumar la treintena que se necesitarán posteriormente para trabajar. Las obras han comenzado hace tan solo unos días en las inmediaciones de la capital, en la zona sur junto a la N-630. Desde la empresa se insiste en que estará funcionando en el tercer trimestre de 2014, tal y como se manejaba desde el principio del proyecto.

También seguirá adelante el proyecto para Puebla de La Reina, cuyos gestores aseguran que sigue en pie independientemente de que se recuperen antes o después las ayudas estatales.

«Nos vendría de maravilla en un pueblo de 896 habitantes con una tasa de paro del 30 %», dice el alcalde de este último pueblo, que está deseando ver cómo el proyecto se pone en marcha.

Empleo desde el principio

Una de las consecuencias más interesantes de la producción de biomasa es que mantiene a la población rural en su entorno natural, tal y como apunta Antonio Rosa, presidente del Clúster de la Energía de Extremadura.

«El desarrollo de la biomasa tiene un efecto permanente y directo en el medio rural, donde se encuentra la mayor parte de estos recursos, efecto que se convertirá en empleo y riqueza una vez que se pueda desarrollar el potencial que actualmente tiene».

La generación de empleo se produce desde el principio, desde el momento mismo en que empiezan a construirse las instalaciones y continúa después, durante la explotación y aprovisionamiento de los recursos biomásicos, desde paja y cañote hasta tallos de girasol, restos de la poda de encinas, olivos, frutales, madera de eucalipto y chopo. También cereales como triticale y sorgo que se plantan expresamente para este tipo de combustión.

Se trata de parte de la materia prima que se utiliza para producir energía eléctrica a partir de biomasa, productos que en algunos casos no servían para nada o se quemaban por su inutilidad y que con esta fórmula de producción encuentran una segunda vida. Su utilización sirve por tanto para reactivar las economías locales, sobre todo en las zonas rurales en las que se asienta esta industria, donde las alternativas de empleo se ven reducidas.

Desde Acciona se apunta en la misma dirección, indicando que «la biomasa crea más empleo unitario que otras renovables y promueve el equilibrio territorial, favoreciendo el desarrollo de zonas rurales habitualmente menos desarrolladas.

El trabajo se produce de manera multisectorial, empezando por los agricultores a los que se compra la materia prima y siguiendo por los empacadores que la preparan y los transportistas que la trasladan hasta las plantas. Sin embargo, el actual marco regulatorio provoca dificultades.

«Supone la paralización del desarrollo futuro porque se desconoce cuánto durará la moratoria y también es un impacto directo sobre el empleo rural y sus sectores agrícola, ganadero y forestal, al tiempo que incrementa la posibilidad de incendios porque aumenta la quema de residuos», indica el gabinete de prensa de Acciona.

El clúster extremeño de la energía reitera el freno que ha supuesto la promulgación del citado real decreto.

«En estos momentos no existen primas a la producción de energía eléctrica a partir de biomasa, que eran imprescindibles para poner en marcha proyectos rentables que a su vez permitan desarrollar los avances tecnológicos necesarios para que esta energía alcance como lo han hecho otras, los umbrales de rentabilidad necesarios para producir electricidad sin primas», dice Antonio Rosa.

No se encuentran operativas tampoco las subvenciones anuales que gestionaba el Gobierno regional como apoyo a pequeños proyectos para producir calor y electricidad a partir de la biomasa, «ni parece que vaya a haberlas según la actual política de recorte del gasto público».

Lo que sí se está haciendo es poner en marcha medidas de estímulo al uso de la biomasa como combustible para producir calor o agua caliente sanitaria en sustitución de combustibles convencionales. Ahí hay que destacar el impulso a la contratación de servicios energéticos en los ayuntamientos que se está dando desde la Junta y las dos diputaciones provinciales, lo que permite instalar calderas y sistemas de calefacción y agua en instalaciones públicas.

PROYECTOS A LA COLA

39 proyectos están en trámite en Extremadura pero sin inscribir en el registro de preasignación y por tanto sin derecho a prima. Solo el de Ence en Mérida, cuyas obras se han iniciado, está en el registro y tiene derecho a prima.

LOS MÁS AVANZADOS

Mérida. Ence quiere que su planta funcione en 2014. La inversión es de 60,7 millones y utilizará sobre todo madera. Solo en impuestos dejará de 700.000 a 800.000 euros al Ayuntamiento.
Casatejada. Foresta Energía de La Vera prevé generar 50 Mw e invertir 74 millones. Utilizará hasta 450.000 toneladas de residuos forestales y cultivos energéticos para la producción.
Jaraicejo. La previsión de Casatejada Solar es invertir 3,1 millones. La materia prima serán cortas autorizadas de eucaliptos, buena parte de Monfragüe.
«Nuestros bosques son un gran recurso para esta producción»

P. A. | PLASENCIA.

Los bosques extremeños pueden dar mucho juego a la hora de producir biomasa. Lo que se necesita es un cambio en su gestión, una vuelta de tuerca a la política forestal «que abandone la idea errónea de que la mejor forma de conservar los bosques es no hacerles nada». Lo dice Antonio Rosa, que mantiene que una buena gestión es la que explota racionalmente las masas forestales, las limpia, retira los residuos que sirven de pasto a las llamas y así conserva y aprovecha el potencial energético que toda esa biomasa residual tiene.

«Aunque no en la misma medida que sol o agua, Extremadura cuenta con importantes recursos procedentes de las importantes masas forestales, residuos de cultivos agrícolas y energéticos que empiezan a desarrollarse en la región. Lo que se necesita es que se gestionen debidamente, que es algo que en gran medida no ha ocurrido hasta ahora».

Necesario sería también, en su opinión, desarrollar una política adecuada de repoblación forestal con especies maderables cuyos residuos se aprovechen para producir energía. Al mismo tiempo, «habría que impulsar cultivos energéticos en aquellas zonas en las que la Política Agraria Común está obligando u obligará a retirar otros cultivos, porque permitiría poner en valor importantes recursos actualmente improductivos», dice el experto.

La manera de contribuir al desarrollo de la biomasa por parte del Clúster y de la Junta, con el apoyo de la Agencia de la Energía, es el Plan Regional de la Bioenergía, que pretende coordinar e impulsar todas las acciones necesarias para el aprovechamiento térmico o eléctrico de los residuos biomásicos.

«Sin embargo este plan caerá en saco roto si el Gobierno central no acaba con la moratoria decretada hace casi un año, que ha puesto en cuarentena la práctica totalidad de los proyectos relacionados con las energías renovables».

Es lo que se desea para el desarrollo efectivo de una fuente renovable que disminuye las emisiones de efecto invernadero e incide en la conservación de la masa forestal.

Fuente: hoyagro.es

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