La agricultura es fundamental para los medios de vida de las personas en condiciones de pobreza del medio rural y para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODMs). La agricultura puede ser el motor del crecimiento y es necesaria para reducir la pobreza y la inseguridad alimentaria, particularmente en el África subsahariana (FIDA 2001; Banco Mundial 2007a). Es crucial entender los procesos dinámicos del cambio para posicionar mejor el sector en aras de un crecimiento y desarrollo sostenibles más rápidos, lo que es de vital importancia para la seguridad alimentaria y de medios de vida para millones de mujeres y hombres de todo el mundo.
Los rápidos cambios que están ocurriendo en el sector agrícola suponen oportunidades y retos para el papel fundamental que juega el sector en la reducción de la pobreza y la seguridad alimentaria. Los mercados y la demanda de productos agrícolas están cambiando rápidamente, especialmente para los productos de mayor valor. Estos cambios pueden crear oportunidades de una mayor participación en los mercados tanto para hombres como para mujeres; sin embargo, para las mujeres en particular, hasta la fecha, el acceso igualitario a estos mercados es todavía limitado. Los avances en conocimientos y tecnología agrícola que acompañan a los cambios del sector están creando un abanico de nuevas oportunidades para los productores, alterando lo que se produce, dónde se produce y cómo se produce. Los factores externos al sector, tales como los ampliamente extendidos cambios medioambientales, están alterando también el potencial agrícola en todo el mundo. En concreto, el cambio climático está afectando al suministro de agua y a las condiciones meteorológicas y, consecuentemente, está afectando a la producción agrícola.
La composición de los hogares rurales está cambiando de manera considerable como consecuencia del VIH y el SIDA, pues la muerte de jóvenes adultos deja los hogares agrícolas en manos de niños y abuelos con el consecuente impacto sobre la agricultura. La migración, generada principalmente por la pobreza o por desastres naturales o conflictos violentos, ahora constituye una fuerza dinámica, cambiando el panorama de la población rural. Las remesas que envían a casa los migrantes representan sustanciales fuentes de ingresos que apoyan el consumo del hogar e inversiones productivas en zonas rurales. La migración muestra diferencias de género muy claras. En algunas regiones, es más probable que los hombres abandonen el trabajo agrícola ligado al hogar y que migren para buscar ingresos en otros sectores.
Las mujeres se quedan para hacerse cargo de todas las tareas de la producción agrícola, pero a menudo sin protección legal o derechos de propiedad sobre la tierra.
A pesar de que los cambios en la agricultura crean nuevas oportunidades para los medios de vida y la seguridad alimentaria, también generan incertidumbres significativas.
Aumenta la preocupación por la equidad. Los pequeños productores en condiciones de pobreza, a menudo mujeres, pueden quedar excluidos de los lucrativos mercados de alto valor por no ser capaces de competir en coste y precios con los grandes productores. La globalización y la liberalización del comercio han abierto más oportunidades de mercado internacionalmente y, en muchos casos, han conducido a una mayor eficiencia y a un aumento de la innovación. Pero, al mismo tiempo, la globalización ha conducido a penosos periodos de transición para algunas economías y ha favorecido a los productores que tienen más recursos y, la información, la educación y la capacidad de hacer frente a las crecientes y rigurosas demandas del mercado. Por ello, estos cambios pueden aumentar la vulnerabilidad de las personas con pocos recursos, especialmente las mujeres en condiciones de pobreza, que tradicionalmente han disfrutado un acceso limitado a servicios y oportunidades cruciales, debido a un persistente sesgo cultural, social y político.
Desde la comunidad de desarrollo, se ha expresado un renovado interés por apoyar la agricultura. Según el Informe sobre el desarrollo mundial de 2008, la Agricultura para el Desarrollo ha ayudado a impulsar una renovada corriente de pensamiento sobre el sector, reclamando mayores y mejores inversiones en agricultura. Desde las fundaciones privadas (como la Bill y Melinda Gates Foundation) están fluyendo mayores inversiones en el sector. A la luz de este renovado interés y recursos, es el momento oportuno para repensar las estrategias agrarias para conseguir unos mejores resultados en desarrollo. Se necesitan esfuerzos coordinados para utilizar plenamente las fuerzas y la diversidad de la población rural y sus instituciones, para gestionar de manera innovadora los riesgos y retos asociados a los cambios rápidos en el sector, y para asegurar que el crecimiento llega también a las mujeres y hombres en condiciones de pobreza. Por ejemplo, las mujeres juegan un papel fundamental en la agricultura, pero frecuentemente estos roles no son reconocidos. El diseño de muchas políticas y proyectos de desarrollo continúan asumiendo de manera equivocada que los agricultores y trabajadores rurales son principalmente hombres (Banco Mundial 2007b). La falta de reconocimiento de los roles, las diferencias y las desigualdades plantea una seria amenaza a la eficacia de los programas de desarrollo agrícola.
Descargar pdf: http://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/Manual_de_...
Fuente: reliefweb.int
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