AGRO 2.0

AGRO 2.0 Las lombrices de tierra detectan el deterioro del suelo

Un grupo de científicos demostró cómo cambian las comunidades de invertebrados del suelo -lombrices y artrópodos- según la cantidad de agroquímicos que se utiliza o el tipo de manejo.

Comunidades de lombrices, pequeños insectos y arañas son protagonistas a la hora de analizar el deterioro del suelo de la provincia de Buenos Aires utilizado para la producción agropecuaria. El desarrollo de indicadores biológicos a partir del empleo de las comunidades de la fauna del suelo constituye la línea de estudio en la que trabaja un grupo de investigadores docentes del Instituto de Ciencias de la Universidad Nacional de General Sarmiento dirigido por el biólogo Fernando Momo, en colaboración con el equipo del Programa de Investigación en Ecología Terrestre de la Universidad Nacional de Luján.

En publicaciones recientes, el grupo de investigación demostró que la presencia y abundancia de las especies de lombrices de tierra pueden utilizarse para determinar el grado de deterioro físico de los suelos. “Pudimos demostrar cómo cambian las comunidades de invertebrados del suelo según la cantidad de agroquímicos que se utiliza o el tipo de manejo que se emplea, si es agrícola, ganadero o un ambiente naturalizado”, afirma el biólogo a Argentina Investiga.

Los problemas derivados de la sobreexplotación y el uso intensivo de agroquímicos en la producción agropecuaria constituyen uno de los puntos claves del modelo argentino de producción agropecuaria. En este sentido, las herramientas de evaluación y diagnóstico que ofrece la investigación básica son esenciales para conocer con precisión el grado de deterioro de la estructura física y la composición química del suelo, y para tomar decisiones respecto de su protección o la regulación de su uso.

El desarrollo de indicadores biológicos

“Las diferentes especies de lombrices -cuenta Momo- se califican de acuerdo a su grado de tolerancia a las condiciones del suelo como, por ejemplo, su compactación, su densidad aparente o la falta de porosidad, que deriva en una menor capacidad de infiltración del agua y mayor grado de anegamiento durante las lluvias. A partir de esas tolerancias es posible identificar grupos de lombrices que funcionan como indicadores de suelos fértiles y bien drenados, de suelos intermedios o de suelos pobres, muy compactados y anegadizos”.

Complementariamente a esta línea de investigación, el equipo desarrolla técnicas para detectar cambios en la variabilidad genética de algunas especies de lombrices. “Además de los indicadores ecológicos -cambios en la estructura de la comunidad, la cantidad de especies y la abundancia, por ejemplo-, actualmente estudiamos también indicadores genéticos, es decir, cómo cambia la variabilidad genética de algunas poblaciones de lombrices. Estos cambios se asocian a los efectos tóxicos acumulativos de los agroquímicos y permitirán estimar la capacidad biológica de recuperación de los suelos examinados”, explica el director de la investigación.

En el mismo sentido, el grupo comenzó a trabajar con otros componentes de la fauna del suelo, principalmente microartrópodos, pequeños insectos y arañas, de no más de un milímetro, que viven entre las partículas del suelo.

Estudiar este tipo de cambios en las comunidades permite desarrollar indicadores biológicos de deterioro. Los organismos detectan los cambios del suelo con mayor sensibilidad que los análisis físicos y químicos y, además, integran en el tiempo los cambios y permiten ver un resultado de la historia de uso del suelo. “Los bioindicadores son muy útiles para detectar niveles de alarma para las acciones de regulación y protección del ambiente”, sintetiza el científico.

El deterioro de los suelos por la acción contaminante del uso de agroquímicos es una cuestión central, ya que la productividad de los primeros es fundamental en un mundo donde la problemática de la producción de alimentos se torna acuciante. En este contexto los indicadores biológicos, como las poblaciones de lombrices, y de pequeños artrópodos, como insectos y arañas, constituyen una herramienta muy importante para medir el impacto de la contaminación y el deterioro de los suelos que llega a producir cambios en la variabilidad genética de dichas poblaciones a causa de los efectos tóxicos de los agroquímicos.

Fuente: INFOUNIVERSIDADES/DICYT

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