A medida que se cumplen años, el cuerpo va perdiendo propiedades y, en algunos casos, es posible que la enzima que metaboliza la leche vaya dejando de funcionar bien y su trabajo no sea suficiente para procesar adecuadamente los productos lácteos. Entonces, con el consumo abundante de estos alimentos, puede comenzar el dolor abdominal y las flatulencias. Se calcula que en la zona del Mediterráneo un 15% de la población tiene algún grado de intolerancia.
En la zona mediterránea un 15% de la población tiene algún grado de intolerancia a la lactosa
Es una dolencia cada vez más visible, aunque no más frecuente, simplemente porque se diagnostica más, principalmente porque hay más tecnología para hacerlo que hace unos años y los médicos están más sensibilizados con determinados problemas alimenticios. Un especialista del aparato digestivo, Fernando Luca de Tena, asegura que “en ocasiones, la intolerancia es un marcador de enfermedades del sistema digestivo”. Aunque no tiene por qué ser así y se puede llevar una alimentación perfectamente equilibrada sin lácteos. Tras la lactancia, existe un número importante de personas que pueden ser intolerantes a la lactosa.
La lactosa no está sólo en los lácteos
El hecho de ser intolerante a la lactosa puede limitar más de lo que se piensa. La lactosa, además de estar en los alimentos derivados de la leche, como yogures, quesos o helados, también está presente en embutidos, panes, patatas fritas, incluso en medicamentos. Normalmente este azúcar se emplea en la industria alimentaria para dar textura a la comida. Oriol Sans, presidente de la Asociación de Intolerantes a la Lactosa, asegura que “cuanta más elaboración industrial tenga un alimento, más probable es que contenga lactosa”.
Hay que destacar que la situación para los intolerantes a este producto ha mejorado, ya que, según Sans, se conoce mejor la dolencia y los médicos diagnostican más. Además, desde hace algo más de un año, se ha comercializado una pastilla de lactosa. Se trata de ingerir la enzima que los intolerantes no tienen en suficiente cantidad. Además, Luca de Tena explica que no tiene ningún efecto secundario, y el que tome esta pastilla puede permitirse comer cualquier alimento. “Lo que tiene que regular es la cantidad de lactasa que toma en función de su intolerancia”. Por otro lado, Juana María González Prada, experta en dietética, nutrición y alimentación, asegura que ella recomienda adecuar la ingesta de lácteos a este grado, en lugar de tomar la pastilla: “La mayoría de las personas con intolerancia tiene también alguna tolerancia. A lo mejor puede comer queso curado o un yogur”.
Fuente: diariovasco
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