Era de temer. La Comisión Europea se dispone a aplicar serios recortes a sus presupuestos agrarios y para fondos de cohesión y de desarrollo rural. Mientras algunos siguen confiados en la inercia de reclamar más ayudas y por nuevos conceptos, las quejas y reclamaciones de quienes intentan evitar lo que se anuncia se estrellan contra la evidencia de que hay menos dinero para gastar y por tanto hay que recortar los gastos a todos los niveles.
Se habla de un recorte global de 80.000 millones de euros, de los que 25.500 corresponderían a la Política Agrícola común (PAC).
Siete países del norte europeo (Reino Unido, Alemania, Dinamarca, Suecia, Austria, Holanda y Finlandia) abogan de manera especialmente por imponer este recorte, que ya se ha hecho propuesta formal desde la presidencia del Consejo Europeo y será el principal foco de debate en la cumbre de los 27 jefes de Estado y de gobierno, los próximos días 22 y 23.
Frente a los países del norte que quieren reducir el gasto agrícola y de desarrollo rural, otros 14 países lo rechazan. Entre ellos, España, naturalmente, y también Francia. En general se oponen los países del sur, aunque hay otro bloque, capitaneado por Polonia, que defiende en mayor medida que no se reduzcan los fondos de cohesión.
Ahora vienen tiempos de dura negociación, claro, pero ya es sabido que cuando los del norte hablan en un sentido, el resultado final no variará mucho de lo que marquen, porque ellos son los que más aportan al presupuesto.
Después de años de debate y preparación grandilocuente de la reforma de la PAC para el periodo 2014-2020, los hechos se encargan de demostrar que todo ha sido bastante inútil, que se ha perdido mucho tiempo y energía en valorar hipótesis, ilusiones y futuribles, y que, una vez más, el modelo está concluido e inservible y la vieja Europa deambula sin rumbo fijo.
¿Recuerdan cuando se hablaba de la necesidad de que cambiaran los criterios de repartir las ayudas europeas y que se fuera a un sistema más orientado al mercado? ¿Cuántas veces ha salido a la palestra el deseo de un seguro de rentas o de ingresos, para afianzar una agricultura profesional y viable?
Conferencias, simposiums, mesas redondas, escritos y más escritos, declaraciones de todos los órdenes, proclamas, decálogos, manifiestos, viajes, reuniones y actos a cualquier nivel... Nos jugábamos el futuro para siete años. Se intentaba que Bruselas tuviera más en cuenta a la agricultura de tipo mediterráneo, a las producciones más volcadas a la competitividad y, paradógicamente, más sometidas a la competencia desleal de importaciones de países terceros que entran sin respetar lo que se exige a las de dentro de la propia UE.
Se iban a extender las ayudas a cultivos que no las disfrutaron, se atendería con más mimo a los jóvenes, a producciones minoritarias... Pues la fuerza de la evolución de las cosas ha ido haciendo que todo ello se quedara aparcado en el camino, que, como era de temerse, todo se centrara en procurar que no disminuyera la dotación global asignada a España, lo que al final se traduce en tantos euros por hectárea, y, finalmente, que esto se vea también en fuerte riesgo de reducirse. Que el daño sea el menor, y luego ya veremos.
Fuente: lasprovincias.es
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