La crisis y el desempleo golpean con fuerza, y se nota. «Recibimos más de 40 solicitudes para los cursos de formación agraria, pero hemos tenido que dejarlo en 14 personas, aunque habrá más convocatorias para atender toda la demanda», explicaba ayer Pedro Rosal.
Entre los primeros en acceder a los rudimentos del campo figuran los hermanos Ana y Mario Huerta. De 33 y 39 años, trabajadora social e informático, los dos llevan más de año y medio sin trabajo. Así que la agricultura «puede ser una opción de vida cuando se han agotado otras posibilidades».
Con este convencimiento se han apuntado al curso, porque «conocimientos a fondo no tenemos, sólo algo muy básico», pero seguros de que «si las cosas salen bien, se puede vivir de esto, aunque no será fácil», vaticinaba Mario. Por ahora, «venimos a probar, a formarnos y a ir mirando posibilidades». Aunque no disponen de terreno, «nos gusta, teníamos la inquietud y a lo mejor podemos alquilar una finca para ello».
En el caso de Agustín Valdés, de 52 años, «ya tengo algo de experiencia de cultivar algo, aunque no de manera profesional ni para la venta». Trabajador del sector de la construcción en paro desde hace algo más de un año, no se le caen los anillos por probar una alternativa diferente. De momento ya tiene un huerto en Carreño, y de él espera poder obtener «hortalizas y fabes» para comercializar, con el objetivo de «ponerme de autónomo». Porque «de algo hay que vivir».
Fuente: lanuevaespaña
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