Si para algo está sirviendo esta crisis económica, es para que muchos se replanteen su forma de vida y piensen en negocios y oportunidades profesionales que nunca hubieran imaginado si no fuese por esta complicada coyuntura económica. Entre esas oportunidades está volver a los orígenes, a cultivar las tierras y comercializar sus productos. Pero, como para todo, hay que saber. Por eso la Sociedad Española de Agricultura Ecológica ha organizado un curso de iniciación, pensado sobre todo para trabajadores, aunque se han encontrado con una importante demanda de desempleados.
«Ha habido mucha gente interesada, gente que tiene superficie y que piensan dedicarse profesionalmente a ello», comenta Enrique Dapena, investigador del Serida y director del curso. Es el caso de Juan Carlos Santos. Él y su pareja llegaron a Asturias desde Valladolid hace tres años, y regentan un establecimiento de turismo rural en Piloña, donde tienen una finca de una hectárea que quieren comenzar a explotar. «Nuestra intención es estar produciendo en febrero, y poder ofrecer menús que salgan de nuestra huerta», relata.
El curso ha logrado cubrir las 25 plazas que ofertaba, e incluso se ha admitido a otras diez personas como oyentes. Durante dos fines de semana recibirán alguna clase teórica pero, sobre todo, comprobarán sobre el terreno cómo se trabaja en fincas ecológicas. «Así conocen el manejo que hacen lo propios propios productores, que les pueden explicar también cómo realizan la comercialización de sus productos», explica Dapena.
Los secretos
Una de las explotaciones que han visitado es El Noceu, en Sariego, donde hace años que se instaló Aquilino González para producir desde tomates y zanahorias hasta guisantes o manzanas. «La base es trabajar con una tierra buena y sin productos químicos -les cuenta a los alumnos-, y dejar madurar los frutos en la planta». Él es un horticultor concienciado que ha logrado llegar a vivir de ello, a través de la venta directa y en el mercado de la Pola de los martes.
Muchos de los asistentes al curso le ven como un ejemplo a seguir, otros sólo se plantean mejorar sus cultivos caseros. «Este verano me aventuré a plantar y funcionó», comenta la gijonesa Elvira Fernández, empresaria del transporte que ve la horticultura como un hobbie. «Se nota la calidad y, desde luego, no hay mejor psicólogo que cultivar», reconoce. En su pequeña parcela ya ha logrado tomates, lechugas, calabacines o puerros, y también desconectar del estrés laboral.
Oportunidad empresarial
No obstante, cada vez son más los que ven en el cultivo de la tierra una posibilidad de negocio, más rentable si se piensa en los productos ecológicos. «La producción de hortalizas en Asturias es menor que la demanda», recuerda Dapena. El Principado sólo produce un 3% de las frutas y hortalizas que consume. Incluso en alimentación ecológica, también se importan productos, principalmente de otras regiones españolas como Castilla y León, Navarra o el Levante, por lo que una explotación ecológica parece, a priori, una buena opción empresarial. «Ha sido sobre todo a partir del movimiento 15-M cuando ha aumentado la demanda de este tipo de cursos», admite. Cada vez más gente se está planteando la agricultura como alternativa de vida, más sana y más natural que los ritmos urbanos. «Esto de la agricultura ecológica no es una utopía», asegura González.
Fuente: ecoagricultor.com
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