Las cosechas golpeadas por sequías y los precios elevados de los cereales fortalecieron a los críticos de la industria de biocombustibles en la Unión Europea (UE), sumando los temores a una crisis alimentaria a sus reclamos de que no reducen las emisiones de dióxido de carbono en última instancia.
La renovada ansiedad impulsa las presiones para que la Comisión ejecutiva de la UE firme un acuerdo este año para ayudar a garantizar que los biocombustibles no entren en conflicto con la producción de alimentos o el medio ambiente.
Un convenio en esta línea eliminaría parte de la incertidumbre que ensombreció a la enorme industria europea de bioenergía durante años de debate.
La Organización para la Agricultura y la Alimentación, de la ONU, hizo un llamado por la suspensión de las cuotas de etanol en Estados Unidos, en respuesta al impacto de la peor sequía estadounidense en más de medio siglo sobre el suministro y los precios del maíz.
Con las elecciones de Estados Unidos en el horizonte, hay pocas probabilidades de un cambio inmediato.
Sin embargo, la polémica subraya preocupaciones de que las metas de la UE alimenten la volatilidad en las materias primas, porque aumentan la inelasticidad de la demanda.
“La situación estadounidense debería ser una advertencia para la UE de que nuestras directivas de biocombustibles pueden llevar a la volatilidad en los precios de los alimentos, especialmente ahora que convertimos el 65 por ciento de nuestros aceites vegetales en biodiésel”, dijo Nusa Urbancic, directora de programas del grupo de campaña Transporte y Medio Ambiente.
En la Unión Europea, mucho más que en Estados Unidos, el fundamento de los biocombustibles es bajar la emisión de dióxido de carbono.
Fuente: Portafolio
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