Durante una visita con periodistas del Cono Sur a la zona agrícola del medio-oeste de Estados Unidos y a la Bolsa de Cereales de esta ciudad hubo un dato que llamó la atención de todos: Paraguay, junto con Ucrania, son los dos países en todo el mundo donde se centran las mayores esperanzas de un espectacular crecimiento en producción agraria.
Las zonas “arables” del planeta, propicias para el desarrollo agrícola a escala, son escasas y cada vez lo son más, por efecto del aumento de la población y la presión sobre la demanda de alimentos, la degradación de los suelos y el cambio climático.
Pero, además, la mayoría de ellas ya está saturada y su margen de crecimiento es relativamente limitado. Paraguay y Ucrania son dos importantes excepciones.
Ucrania porque es un país agrícola con grandes condiciones, ubicado en la misma latitud que la zona más productiva de Estados Unidos, pero que, a diferencia de Rusia y otros de esa región, todavía no ha llegado a madurar completamente y tiene aún mucho por crecer.
Similarmente, Paraguay está en el centro de una de las zonas agrícolamente más fecundas del mundo, pero, a diferencia de Brasil y Argentina, que solo pueden crecer marginalmente, aquí resta muchísimo todavía para sacar todo el provecho que ofrece el extraordinario potencial que tiene el país en este segmento.
Amplio margen
En términos de extensión, todo el complejo nacional de cereales y oleaginosas ocupa menos de 3 millones de hectáreas, cuando solo en la Región Oriental existen unas 10 millones de hectáreas de tierras aptas para la agricultura.
En términos de intensidad, aun el sector agrario más moderno está produciendo en Paraguay con una tecnología que está quedando obsoleta. Todavía no se ha incorporado la segunda generación de variedades de soja resistente y no se han aprobado los eventos biotecnológicos en maíz, cosa que sí han hecho nuestros vecinos.
Pese a todo ello, incluso bajo esas condiciones de desventaja, dicho complejo produce en Paraguay entre 10 y 12 millones de toneladas de granos al año, a razón de 2 toneladas por habitante, en términos relativos casi cuatro veces lo que produce Brasil, que es una de las grandes potencias agropecuarias de la actualidad y tiene un territorio de 8,5 millones de kilómetros cuadrados.
En Paraguay, por ejemplo, hay alrededor de 2 millones de hectáreas en la Región Oriental en manos de campesinos que permanecen prácticamente incultas, o con rubros, variedades y técnicas de cultivo de muy baja productividad y rentabilidad, lo cual sin duda es el factor esencial que eterniza la pobreza rural.
Trasladar la ganadería
Adicionalmente hay entre 3 y 4 millones de hectáreas agrícolas en la Región Oriental que actualmente están siendo utilizadas para explotación ganadera.
Si se trasladara parte de esa ganadería al Chaco y se incorporaran a los campesinos y pequeños productores, como de hecho ya está ocurriendo en muchas partes, a segmentos más modernos de la agricultura, con apoyo técnico para mejorar las prácticas agrícolas y también con la introducción de tecnología, tanto en maquinaria como en variedades, para que puedan engancharse a cadenas rentables de productos de exportación, el impacto para la reducción de la pobreza y en términos económicos sería formidable.
Ocho puntos del PIB
Los analistas de la compañía estadounidense Monsanto, líder mundial en investigación y desarrollo de semillas, estiman que Paraguay podría agregar 8 puntos porcentuales a su producto interno bruto (PIB) anual en el relativo corto plazo con ese tipo de medidas. Quiere decir que Paraguay podría crecer sostenidamente al nivel de los Tigres Asiáticos solamente aprovechando su potencial agrícola.
Aumento en dos sentidos
Paraguay podría agregar 8 puntos porcentuales a su producto interno bruto anual ampliando su frontera agrícola e incrementando el rendimiento con la incorporación de tecnologías más actualizadas, según el líder de negocios internacionales de Monsanto, el mexicano Jesús Madrazo.
Pocos países tienen semejante potencial de crecimiento, dijo Madrazo.
Fuente: ABC color
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