Según estadísticas publicadas el 9 de octubre en conjunto por la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas, el Programa Mundial de Alimentos y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, en los últimos 20 años la población con desnutrición se ha reducido de 1.000 millones a 870 millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, este segmento de la población aumentó en África de 175 millones a 239 millones. La evaluadora de riesgos británica Maplecroft publicó el 10 de octubre un informe, según el cual tres cuartos de los países africanos enfrentan un alto riesgo de crisis alimentaria. Además indica que, de los 59 países que enfrentan riesgos de seguridad alimentaria, 39 son africanos, y de los 11 países con “peligro extremo”, 9 se encuentran en dicho continente.
Mientras los alimentos africanos son transportados a mercados con mejores precios, los africanos deben padecer el hambre.
Mientras ingenieros españoles construyen invernaderos con estructuras de acero, técnicos holandeses recogen agua de dos pozos profundos, y trabajadores observan en los computadores las condiciones de crecimiento de las patatas, pimientos y otras hortalizas, más de mil mujeres locales seleccionan y recogen 50 toneladas de alimentos por día. En 24 horas, los alimentos son enviados a Adís Abeba, capital de Etiopía, a unos 320 kilómetros. Posteriormente emprenderán un viaje a más de 1.600 kilómetros hasta llegar a Dubái y otros lugares del mundo. Ese es el panorama que presenta el periódico sudafricano Mail & Guardian sobre los especuladores occidentales y sus inversiones en tierras africanas. Sin embargo, no es para nada raro en el continente africano.
El último informe publicado por la organización internacional de ayuda Oxfam hace un llamado al Banco Mundial para que suspenda las inversiones en tierras agrícolas y evalúe su impacto en los países en desarrollo, para posteriormente tomar medidas enérgicas y reducir la velocidad o detener la compra de tierras y los programas “depredadores del suelo”.
El informe señala que en los países pobres inversores extranjeros adquieren terrenos del tamaño de la ciudad de Londres cada seis días. En los últimos cinco años, el 30% del territorio de Liberia, en África Occidental, fue “tragado” por tales transacciones. Aunque el informe no niega el aspecto positivo de tales compras de tierras privadas, advierte que las tierras africanas son vistas por los especuladores occidentales cada vez más como objetivos de inversión rentable.
Pan Mingyi, inspector general del Departamento de Desarrollo de Operaciones China-África del Banco de Inversión Comercial Rand de Sudáfrica, expresó que actualmente África necesita con urgencia fondos de inversión y tecnología. Sin embargo, agregó, las inversiones en tierras africanas por parte de especuladores occidentales no pueden otorgarles a los países africanos un desarrollo verdadero, sino más bien la compra inescrupulosa de tierras ha traído hambre, violencia y la amenaza de pobreza a largo plazo. En la actualidad, los países africanos son muy sensibles frente a estos especuladores y están considerando aumentar las restricciones mediante medidas legales o disposiciones fiscales, para aprovechar el papel positivo de las inversiones internacionales y suprimir los efectos negativos de la especulación.
Fuente: spanish.peopledaily
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