La naturaleza tiende a cubrir el suelo con un manto vegetal vivo, sus restos e incluso piedras o cantos, según las circunstancias. Tal cubierta (“ground cover” en suajili) impide el impacto de las gotas de lluvia que deterioran la estructura del suelo y favorecen la erosión.En agronomía, también es frecuente que se recomiende cubrir al suelo con “algo” (residuos vegetales, ciertas rocas y/o minerales, materiales sintéticos, los denominados cultivos de cobertera, etc.) para diversos propósitos, tales como el control de malas hierbas, erradicación de patógenos, evitar la rápida pérdida de humedad y/o nutrientes del medio edáfico, favorecer la infiltración, aumentar la calidad de los productos de la cosecha, incrementar la fertilidad del suelo, etc., etc. Del mismo modo, la jardinería también hace uso de tales productos. En agricultura orgánica estas prácticas son muy frecuentes. Sin embargo, el producto a elegir depende del objetivo perseguido, las propiedades de los distintos tipos de suelos, condiciones ambientales, etc. Cualquier cubierta modifica la dinámica de la biota, agua y nutrientes, por lo que uno debe ser muy prudente y cauteloso a la hora de efectuar la elección del material apropiado. Por lo tanto, siempre es preferible hablar con los expertos de los servicios de extensión agraria y no fiarse de la propaganda de las empresas que los comercializan. También debemos preveniros de los contaminantes ocultos de muchos residuos que se recomiendan con tales fines, como los sólidos urbanos, que pueden terminar por contaminar el medio edáfico, ya sea con sustancias tóxicasoe incluso organismos patógenos. Se trata de todo un mundo en el cual la investigación es muy activa.
Resulta pues prácticamente imposible recomendar diferentes tipos de cubresuelos (“ground cover” en suahili) debido a que los objetivos de su instalación resultan ser enormemente variados. La mentada nota de prensa nos informa de su uso en agricultura orgánica cuando esta requiere una adición de materia orgánica tras la siembra. Se analizan tanto un producto orgánico como otro de origen sintético, así como sus efectos sobre la dinámica del agua y los nutrientes. Más aun, como ya he leído en otros trabajos, a menudo, las propiedades y repercusiones de los cúbreselos, ya de por si enormemente variados por su naturaleza, cambian con el tiempo. Dicho de otro modo, la elección puede llegar a ser enormemente compleja, por lo que no me atrevo a insinuar mucho más a los interesados mas que no se arriesguen a tomar decisiones la ligera, consultando siempre que puedan a los expertos y/u organismos gubernamentales competentes. Eso sí, cuando no se desea alterar la temperatura del suelo, cuando se apela a la cobertura con materiales sintéticos, como plásticos impermeables, una adecuada porosidad de los mismos resulta ser una propiedad esencial. También esta última tiende a evitar, en la medida de lo posible, un impacto desmesurado en la dinámica del medio edáfico, con repercusiones negativas. Ahora bien, siempre habrá excepciones. Finalicemos insistiendo que en este tipo de prácticas las propiedades de los suelos, climas y relieves, tanto como los objetivos en lo concerniente a la producción de los cultivos, determinan cual es la mejor opción, por lo que no resulta conveniente generalizar gratuitamente.
Fuente: madridmasd.org
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