Estamos acostumbrados a ver cómo la UE fija el rumbo de la singladura macroeconómica que estamos viviendo, mas es una institución que se equivoca en sus decisiones o se desdice de ellas con frecuencia. Entre el 23 y el 24 de marzo de 2001 en un Consejo Europeo de ministros se anunciaba que la institución se convertiría en "la región más competitiva y dinámica del mundo basada en el conocimiento" y que "el crecimiento económico, la cohesión social y la protección medioambiental debían ir de la mano". La biotecnología se identificó como un sector estratégico incluyendo la agro-biotecnología, relacionada con el sector alimentario y se expuso a una revisión el 2007 donde se establecerían nuevos objetivos.
La falta de conocimientos en la materia, por parte de la UE, altera los resultados debido a una praxis confusa, a nivel legislativo, en la que ni los productores ni los consumidores tenemos información precisa para poder elegir. No se diferencian sectores como la agricultura sostenible con respecto a los llamados alimentos transgénicos. En EEUU ya se consumen este tipo de alimentos, porque la clonación de reses es una realidad aunque no se hable de ello en medios de comunicación, ya que se producen a pequeña escala. Hay hasta setenta tipos de modificaciones genéticas de uso alimentario en EEUU con carácter comercial. Es decir, quizás ya hayamos ingerido este tipo de productos sin saberlo, sin que haya un control o un etiquetado que informe de su procedencia.
Lo vea la UE o no, esta es una época de crisis alimentarias derivadas de los cambios climatológicos y riesgos medioambientales sobre los que nunca se llega a cuerdos. Mientras tanto, se potencian una serie de multinacionales que concentran el tejido empresarial de la producción de semillas, dificultando la competencia en los mercados de pequeñas marcas de productos orgánicos.
Jamás podré entender porqué la agricultura ecológica genera tanto rechazo en la Dirección General de Investigación de la UE y sigue apostando por la biotecnología, cuando no es respaldado por consumidores o grandes marcas de alimentación, que apuestan por productos bio y los ofrecen cada vez más a los clientes, con una considerable aceptación. Apostar por el sector primario no es un retroceso, cuando se habla de salud y de bienestar.
Fuente: elcorreogallego.es
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