Ser mujer, agricultora, y temporera de la fresa es ocupar uno de los escalones sociales más bajos en Marruecos; ahora un original proyecto de cooperación española está dando alas a estas mujeres mediante algo tan básico como afiliarlas a la Seguridad Social
La fresa marroquí crece principalmente en la región de Larache (noroeste), donde da empleo a 20.000 jornaleras, pues los empresarios del sector han preferido tradicionalmente manos femeninas para tratar un fruto especialmente delicado.
Encorvadas sobre las plantas y cargando a su espalda una caja de plástico -donde depositan la pequeña fruta torciendo el brazo por detrás-, las temporeras trabajaban larguísimas jornadas bajo los invernaderos sin horarios ni fines de semana, sin derecho a ponerse enfermas ni a un cuarto de baño, por un salario de 50 dirhams al día (5 euros).
Fue en esta región, golpeada por el analfabetismo, el abandono escolar y el conservadurismo, donde el año pasado se suicidó Amina Filali, la niña que fue violada a los 15 años y obligada a casarse con su violador. Es una tierra donde la mujer carece de los derechos más elementales.
Financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), la organización Intermón-Oxfam lleva cuatro años ejecutando un proyecto que pasa por "empoderar" a las mujeres mediante algo tan básico como su afiliación a la seguridad social.
Fuente: Efeagro
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