Las 1300 millones de toneladas de alimentos que se desperdician anualmente provocan daños al clima, el agua, la tierra y la biodiversidad, además de generar pérdidas por 750.000 millones de dólares, señala el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En los países en desarrollo la comida se desperdicia debido a cosechas ineficientes o malas condiciones de almacenaje, mientras que en los países ricos muchas frutas y vegetales van a la basura porque se compran en exceso o se descartan cuando tienen formas o colores inusuales, reportó la agencia de noticias DPA. "La huella del desperdicio de alimentos: impactos en los recursos naturales" es el primer estudio de la FAO que analiza los efectos de ese despilfarro a nivel mundial desde una perspectiva medioambiental, centrándose en sus consecuencias para el clima, el uso del agua y el suelo y la biodiversidad. Entre sus principales conclusiones el estudio indica que cada año se consume un volumen de agua equivalente al caudal anual del río Volga (Rusia) y se emiten 3.300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero en alimentos que producimos, pero no comemos. Además de estos impactos ambientales, las consecuencias económicas directas del desperdicio de alimentos (sin contar pescado y mariscos) alcanzan los 750.000 millones de dólares anuales, según los cálculos del informe publicado en el sitio oficial de la FAO. "Todos nosotros -agricultores y pescadores, procesadores de alimentos y supermercados, gobiernos locales y nacionales, consumidores particulares- debemos hacer cambios en todos los eslabones de la cadena alimentaria humana para evitar el desperdicio" y para "reutilizar o reciclar cuando no podamos impedirlo", instó el director general de la FAO, José Graziano da Silva. Da Silva añadió que "no podemos permitir que un tercio de todos los alimentos que producimos se pierda o desperdicie debido a prácticas inadecuadas, cuando 870 millones de personas pasan hambre todos los días". Acompañando a su nuevo estudio, la FAO publicó un manual con un conjunto de herramientas y recomendaciones sobre cómo puede reducirse la pérdida de alimentos en cada una de las etapas de la cadena alimentaria y qué pueden hacer los gobiernos, campesinos, empresas y consumidores al respecto. Así, sugieren dar "máxima prioridad" a reducir el desperdicio de alimentos en primera instancia, ya que "un mayor esfuerzo para equilibrar la producción con la demanda significaría no utilizar recursos naturales para producir alimentos que no sean necesarios". En el caso de un excedente de alimentos, la reutilización dentro de la cadena alimentaria humana, la búsqueda de mercados secundarios o la donación representan las mejores opciones. Si los alimentos no son aptos para el consumo humano, la siguiente mejor opción es desviarlos para alimentar al ganado, conservando recursos que de otra forma serían inutilizados. Cuando no es posible la reutilización, debe intentarse el reciclaje y la recuperación: el reciclaje de subproductos, la digestión anaeróbica y el compostaje permiten recuperar energía y nutrientes de los residuos de alimentos, lo que representa una ventaja significativa sobre el tirarlos en los vertederos. Además de controlar el desperdicio de alimentos en los hogares, los consumidores pueden contribuir con actividades sencillas como planificar menús con carácter semanal, comprar las llamadas "frutas y verduras feas", asegurarse que los refrigeradores funcionan correctamente, utilizar productos marchitos en sopas y hacer un mejor uso de las sobras. También resulta útil servir en la mesa porciones más pequeñas, situar al frente los alimentos que llevan más tiempo en estanterías y refrigeradores, congelar las sobras y realizar el compostaje de los residuos. |
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