Tan sólo cuatro grandes cooperativas hortofrutícolas de la Ribera (l´Alcudia, Carlet, Algemesí y Alginet) emplean a más trabajadores que la vecina factoría de Ford Almussafes (con una plantilla de 6.100 trabajadores directos). Además, el sector hortofrutícola de la Comunitat Valenciana, pese a los tiempos de crisis que corren, mantiene su liderazgo en el sector exportador con unas ventas que alcanzaron los 1.975 millones de euros hasta septiembre; es decir, un 20 % del comercio exterior total de la autonomía. Sin embargo, el sector primario tiene todavía mucho que mejorar y corregir graves problemas estructurales como la falta de concentración de la oferta, desequilibrios entre diferentes actores en la cadena de mercado que hunden la renta de los agricultores, así como vigilar la competencia que arrecia desde países emergentes.
El campo valenciano y toda la agricultura mediterránea en general se juegan también parte de su futuro con la nueva Política Agraria Común (PAC). La cumbre de jefes de Estado de la Unión Europea (UE) ha evidenciado este fin de semana que Bruselas optará por un recorte presupuestario sin precedentes para el próximo período 2014-2020. Mientras que en 1962 solo seis países participaban en esa política, que afectaba a 6,5 millones de agricultores, en 2012 las cifras ascienden a 27 naciones y 137 millones de personas. En el medio siglo de existencia de la PAC se han producido ya diferentes reformas que han marcado la transición de un sistema basado en ayudas directas a otro mucho más orientado al mercado y alejado de medidas que provoquen distorsiones.
Según los expertos, la agricultura valenciana puede resistir ante esa nueva situación, pero para ello ha de saber renovarse y ser más innovadora y dinámica en sus formas de organización, producción y comercio. Existe una demanda de productos agrarios que tiende a crecer con el despegue de países en desarrollo emergentes y la necesidad de encontrar en Europa la mejor aportación posible de la agricultura a un desarrollo global sano y sostenible. La competencia acecha y países vecino como Marruecos, tras sellar el pacto de libre comercio con el Viejo Continente, avanza a marchas forzadas en un ambicioso programa agrario que cuenta con fondos de inversión internacionales dispuestos a inyectar capital y tecnología en el Magreb. Las barreras de entrada se han suprimido y sus productos llenan cada vez más las estanterías de los supermercados europeos.
Necesidad de renovación
Para el catedrático de Economía de la Universitat de València Josep Maria Jordán Galduf, «la agricultura valenciana puede resistir ante esa nueva situación, pero para ello ha de saber renovarse y ser más innovadora y dinámica en sus formas de organización, producción y comercio. También hay una demanda de productos agrarios que tiende a crecer con el despegue de países en desarrollo emergentes, y la necesidad de encontrar en Europa la mejor aportación posible de la agricultura a un desarrollo global sano y sostenible». En su opinión, la globalización de la economía y la influencia de la agricultura en los países emergentes compiten cada vez más con los cultivos mediterráneos.
Según Jordán Galduf, existe un exceso de oferta hortofrutícola en los mercados europeos. Se ha incurrido en una sobreproducción de cítricos en la Comunitat Valenciana, al tiempo que aumentaba la producción en otras regiones como Andalucía. Pero lo peor, en efecto, es la falta de organización del sector. Hay una escasa concentración de la oferta en relación con la distribución. Los agricultores no están suficientemente organizados, y hay una pugna constante entre cooperativas y comerciantes privados. Mientras tanto, los grandes agentes de distribución se muestran fuertes y exigentes, llegando al productor muy poco del valor añadido que genera. A la vista de la situación, este economista también recomienda al sector apostar por la autorregulación ante los citados desequilibrios en la cadena agroalimentaria, defendiendo los precios de los agricultores así como logrando una mejor calidad de los productos.
Medidas de mercado
La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) defiende diversas claves para enderezar el sector. Según esta organización, «teniendo en cuenta que nuestra agricultura está orientada al mercado, urge una reforma a fondo del funcionamiento de la cadena alimentaria de tal manera que los productores puedan ganar poder de negociación frente a las posiciones absolutamente hegemónicas del la gran distribución, cuyos abusos son constantes». En ese sentido, la entidad que preside Cristóbal Aguado considera positivo el anteproyecto de ley de mejora del cadena agroalimentaria puesta en marcha por el ministro Miguel Arias Cañete. Bruselas también ha hablado de la necesidad de legislar sobre el mercado, buscando un equilibrio en la negociación entre los diferentes actores. Veremos qué dice Competencia.
Innovación e investigación
Las gentes del campo también abogan por destinar mayores recursos para la investigación, innovación y diferenciación frente a los competidores. «En una situación donde existe tanta competencia, con países emergentes en alza, hay que aportar valor añadido y calidad a nuestros productos», asegura AVA-Asaja. En tercer lugar, el sector productor «debe organizarse mejor. Hay que saber gestionar la oferta que tienes a través de fórmulas de concentración de la oferta», puntualiza. Sin duda, la histórica estructura minifundista del campo valenciano no contribuye a estas mejoras.
Para la Unió de Llauradors, el futuro de la agricultura valenciana depende de diversos factores. Los agricultores y ganadero han invertido mucho en modernizar sus explotaciones, se han adaptado a las nuevas variedades que demandan los mercados, han innovado tecnológicamente, pero al final su futuro y permanencia en la actividad agraria dependerá del precio que reciban por sus producciones. «Si el precio no es justo y digno como viene sucediendo en los últimos tiempos no hay nada que hacer», asegura la Unió.
La organización que lidera Ramón Mampel comenta que las administraciones públicas tienen por tanto en su mano el futuro del sector y las políticas que desean para garantizar la supervivencia de los productores. Hasta ahora sus medidas son erráticas. «Si son capaces de actuar en el tema de los precios habrá mucho camino avanzado en este sentido», agrega. Las nuevas políticas agrarias apuestan por la sostenibilidad y por dar un valor añadido al producto, al productor y al territorio. «Los agricultores y ganaderos „afirma La Unió„ no sólo producimos alimentos de calidad que contribuyen a dan riqueza económica sino que cumplimos un papel social y medioambiental del que luego se beneficia el resto de la sociedad».
Planificar las variedades citrícolas
El sector citrícola también necesita una profunda reestructuración. Para el presidente de la Sociedad Internacional de Citricultura (ISC) y técnico del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), Luis Navarro, el sector naranjero español „del que la Comunitat Valenciana genera el 56 % de la producción y el 76 % de las exportaciones„ se enfrenta a dos graves problemas que pueden mermar su competitividad: los excesivos costes de producción y la falta de planificación para seleccionar variedades que garanticen rendimientos óptimos a los agricultores. La producción citrícola de la Comunitat Valenciana ha caído un 10 % en los últimos años al ocupar ahora 176.521 hectáreas. Pese a todo, la Comunitat Valenciana es la región que exporta más volumen de cítricos del mundo, alcanzando más del 18 % del total, cifra que supone más del doble de lo que exportan los principales países.
Navarro sostiene que «la citricultura española es extraordinariamente sana y sirve de modelo en prevención de enfermedades vegetales y control biológico de plagas». Con todo, existe un problema de sobreproducción. Según este experto, el negocio citrícola debe superar «la cultura contra la planificación» que impera en buena parte del campo y que provoca grandes distorsiones en la oferta durante la temporada, como es el caso de las clemenules, variedad más extendida en el campo valenciano. En ese sentido, el IVIA mantiene proyectos de investigación que han logrado una nueva variedad de clementina, entre otras, denominada nero, con características muy similares a las de la clemenules aunque con un adelanto en la maduración de entre dos y tres semanas. Esta variedad precoz, unida a otras de naranjas tardías, permitiría estirar la campaña y evitar por tanto el exceso de oferta en un corto período de tiempo. Se trata de una iniciativa más en este intento por mejorar la planificación de las campañas naranjeras.
Planificar y vender durante todo el año
La superficie citrícola cultivable ha disminuido un 10 % en la Comunitat Valenciana durante los últimos años, según los datos de la conselleria de Agricultura. Mientras tanto, la de frutales registra mayores caídas, ya que ha pasado de 34.000 a 21.800 hectáreas entre 1995 y 2011. Además, la de hortalizas disminuyó desde 25.000 hasta 15.750 hectáreas en ese mismo período de tiempo. El abandono de cultivos tiene que ver con la pérdida de rentabilidad para los productores, cuyos costes de producción superan en ocasiones los precios pagados en origen. Para Cooperatives Agro-alimentàries, resulta difícil indicar los cultivos que pueden ser rentables «en el largo plazo, pues lo que hoy son una oportunidad en pocos años puede volverse un problema por el efecto llamada» de otras áreas. Si nos atenemos al producto, en principio cualquiera es bueno, pues la calidad está garantizada en el caso de la Comunitat Valenciana. Ahora bien importa y mucho, la logística, ya que con un transporte eficaz se puede competir desde cualquier procedencia. También los canales de comercialización. «Los tiempos en que venían a buscarnos para comprar ya se han acabado. Ahora hay de todo y durante todo el año y quien compra una fruta no compra otra. Quien mejor planifique y mejor sepa vender será quien mejor resultado económico coseche», aseguran desde las cooperativas. Mientras los cultivos mediterráneos tratan de paliar sus problemas estructurales, el auge de los biocombustibles abre otra posible salida al excedente de producción en fresco de los cítricos. La Comunitat Valenciana ya cuenta con fábricas de producción de aceites e hidrocarburo aunque sus ventas y rentabilidad son aún residuales. El uso de los cereales, con escasa presencia en este autonomía, van por delante en la elaboración de biocombustibles dentro y fuera de España.
Fuente: levante-emv.com
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