La Asociación de Amigos de la Universidad Católica de Ávila (AAUCAV) ha presentado las principales conclusiones del trabajo becado con la IV Beca de Investigación. El trabajo analiza los efectos de la siembra directa sobre diferentes parámetros edáficos en la provincia de Ávila y ha sido realizado por Fátima Carrera González, Pedro Manuel Díaz Fernández y José Joaquín Ramos Miras, quienes han puesto en práctica un protocolo de análisis edafológicos para comparar suelos con diferentes prácticas agrícolas: siembras directas frente a agricultura tradicional con laboreo.
Como ha asegurado uno de los investigadores, Pedro Manuel Díaz, “esta acumulación de materia agrícola resultado de la siembra directa permite que el sistema agrícola sea un sumidero de CO2, esta práctica puede ser una herramienta útil y eficaz para compensar emisiones de CO2 y luchar contra el cambio climático”. Además de otras ventajas como el ahorro de combustibles fósiles, y el menor tiempo de laboreo que implica poder trabajar una mayor superficie de terreno, este proyecto también resulta positivo para la agricultura abulense “para reforzar y dar sentido a su actividad” por las conclusiones que se han obtenido, además de la formación de alumnos, y mejoras en la investigación.
La siembra directa es el sistema productivo basado en la ausencia de labranzas y la presencia de una cobertura permanente del suelo, vía cultivos y rastrojos de cultivos anteriores. Basado en un conjunto de buenas prácticas agrícolas, el esquema permite producir sin degradar el suelo, mejorando en muchos casos sus condiciones físicas, químicas y biológicas. Además, logra hacer un uso más eficiente del agua, recurso que en cultivos de secano es generalmente el factor limitante en la producción. Así, la siembra directa logra niveles productivos altos con estabilidad temporal y en armonía con el ambiente.
En este sentido, Díaz ha destacado que en Estados Unidos, Canadá, Brasil y Argentina el 90 por ciento de la agricultura de secano utiliza la siembra directa, aunque aquí cuesta romper las dinámicas que existen hasta el momento, según la información de la UCAV recogida por DiCYT.
Para la investigación, se han estudiado ocho pares de suelos con prácticas de agricultura de conservación (siembra directa) entre dos y diez años. El número es bajo para extraer conclusiones definitivas, pero les ha permitido observar tendencias y plantear futuros desarrollos en esta línea e investigación.
Resultados del trabajo
Como resultado de el trabajo los investigadores apuntan que todos los parámetros analizados muestran diferencias atribuibles a la práctica de agricultura de conservación, lo que indica que “o bien dicha práctica es indiferente para algunos parámetros o que el escaso número de años no ha permitido manifestar aún diferencias en ellos”.
Por otro lado, los datos obtenidos muestran en general que la agricultura de conservación en Ávila parece tener “el efecto esperado”, como es el “freno a la erosión, la mejora de la fertilidad, un mayor contenido en materia orgánica y carbono orgánico”. Por otro lado, los suelos de siembra directa están acumulando carbono orgánico y por tanto funcionando como sumidero de carbono, lo que contribuye a compensar las emisiones por quema de combustibles fósiles. “Sería muy interesante confirmar el resultado y cuantificar el carbono fijado para poder reclamar las compensaciones a los agricultores que practican este tipo de agricultura”, aseguran los investigadores
No obstante, añaden, esta tendencia debe confirmarse en estudios con un mayor número de muestras “pero son prometedores en cuanto a las ventajas ambientales que ofrece esta práctica agrícola”.
Fuente: ECOticias.com
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