El cultivo de cítricos en Córdoba, especialmente en la Vega del Guadalquivir, experimentó un boom sin precedentes durante la pasada década. Municipios como Fuente Palmera y, especialmente Hornachuelos, se subieron al carro y consiguieron un crecimiento espectacular de la superficie cultivada. Según el presidente de la sectorial de Cítricos de Asaja Córdoba, Nicolás González, en el año 2000 había cultivadas con cítricos en la provincia un total de 3.631 hectáreas. Desde el 2000 al 2004 se plantaron unas 2.100 hectáreas, con lo que casi se dobló la superficie y se quedó en 5.787 hectáreas.
Pero de los años 2004 al 2008 es cuando el cultivo se desata y las cifras se disparan, de forma que se dobla la superficie en sólo cuatro años, llegando a las 11.360 hectáreas.
No obstante, González apuntó que «esta tendencia se paró y en los últimos cuatro años lo que se ha plantado no llega a las 400 hectáreas, es decir, que prácticamente no hemos crecido». Mirando las fechas es curioso cómo coinciden con el boom del ladrillo y la crisis económica: despegue a partir del año 2000, crecimiento desaforado a partir de 2004 y descenso gradual a partir de 2008. Nicolás asegura que «el cítrico ya ha llegado a su apogeo en Córdoba y estas cifras ya se van a mantener estables».
Hay que señalar que estas plantaciones ya se encuentran en plena producción en 2012. Sin embargo, ¿por qué no hay un exceso de producción? Hay dos razones fundamentales: en primer lugar, «nunca queda naranja en el campo, si una parte no reúne los requisitos de calidad para destinarla al consumo en fresco, se destina a la industria transformadora», indica González. Y añade que la pasada temporada quedó mucho fruto en el árbol (casi la mitad de la cosecha) porque las heladas lo dejaron inservible.
La segunda razón es que las «huertas viejas» rinden mucho menos, aproximadamente la mitad de kilos por hectárea que una nueva. Como explica el presidente de la sectorial, «antes el patrón agrio (el que se ha usado toda la vida) era muy longevo, pero los patrones actuales sólo tienen de 20 a 25 años de vida». Estos patrones dan un fruto de más calidad, pero tienen una vida útil muy corta y disminuye rápidamente la producción. Si cuando son jóvenes producen una media de 40.000 kilos por hectárea, después el rendimiento cae a la mitad.
En definitiva, González asegura que al sector no le preocupa que un exceso de producción tire los precios, sino que está más preocupado por las estrategias de las grandes cadenas comercializadoras «que nos hacen la vida imposible», sentenció.
Fuente: abc
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