Desarrollar una tecnología que remplace la piel de los frutos de tuna (Opuntia ficus indica), por un recubrimiento comestible y que permita mantener íntegras sus características, es el objetivo del proyecto que está cofinanciado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), del Ministerio de Agricultura, y que realiza la Universidad de Santiago de Chile.
La iniciativa además busca crear un envase que potencie las características del fruto, puesto que la tuna es altamente susceptible a alteraciones microbiológicas y físico-química dado su alto pH y contenido de agua.
“Removiendo la cáscara y aplicando sobre los frutos pelados una cubierta comestible, que mantenga su vida como producto fresco —ya que continúa su proceso de respiración y actividad bioquímica— no habrían alteraciones del color sabor, valor nutritivo, etc. Y el producto presentaría una vida útil similar a la del producto con cáscara”, explica Laura Almendares, Ingeniera Agrónoma y coordinadora del proyecto.
Además, se pretende agregar valor a producciones de tunas en la zona de Polpaico, Tiltil y Rungue (RM), que permitirá insertarlo en un mercado que privilegia el consumo de productos frescos y naturales, con alto valor agregado, afirma Almendares.
Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la superficie cultivada con tunas en Chile es de alrededor de 1.495 hectáreas, que se distribuyen entre las regiones de Tarapacá y del Biobío. La mayor superficie se ubica en la Región Metropolitana (644,1 ha), seguida por la de Coquimbo (581,4 ha).
Proyecto pionero a nivel mundial
A nivel internacional, se han empezado a utilizar recubrimientos comestibles que mantienen los frutos frescos en algunas especies, pero no existe experiencia con tunas.
“Este proyecto es innovador a nivel mundial, ya que se desarrolla una tecnología hasta ahora inexistente para el manejo de post cosecha permitiendo, en primera instancia, disponer de frutos pelados-recubiertos, con una mayor vida útil que los frutos no tratados”, menciona Alfonso Yévenez, ejecutivo de innovación de FIA.
Laura Almendares enfatiza que esta iniciativa tiene altas perspectivas comerciales, ya que hay nichos de mercado en países que tienen una tradición de consumo de tunas, como es el caso de México y de la comunidad que habita fuera de las fronteras de ese país, por ejemplo en EE.UU.
México es el principal productor de tunas a nivel mundial, y también el mayor consumidor; mientras que Italia es el líder en exportaciones. Chile es el único país que presenta una doble producción de esta fruta: en verano e invierno, lo que también se ha logrado en Israel mediante fuertes aplicaciones de nitrógeno.
A nivel nacional, la producción de invierno es el 20-30% de la de verano, sin embargo, el precio que alcanzan en el mercado nacional es casi el doble.
La tuna, se distribuye en todo el continente americano, desde los litorales hasta el altiplano. Por sus características, se desarrolla bien en climas áridos, en zonas con 100‐125 mm de lluvia al año, aunque los excesos de humedad provocan enfermedades fungosas y daños por insectos, según un informe de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA).
Los primeros resultados de este proyecto, se verán materializados el segundo semestre del próximo año.
Fuente: infoagro
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