AGRO 2.0

AGRO 2.0 ESPAÑA La agricultura y las ventajas ilícitas

APROVECHÓ el miércoles el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, la plataforma que le ofreció el alcalde de Vícar en la inauguración de las nuevas instalaciones de Vicasol, para solicitar al Gobierno de la nación que acabe con las ventajas ilícitas de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo en materia agrícola.

Tiene razón el presidente cuando apuesta por iguales reglas para todos, en especial en lo relativo al uso de plaguicidas o al exceso del cupo permitido por parte de la Unión Europea para la entrada, por ejemplo, de tomate marroquí. No es la primera vez que la administración andaluza defiende, con vehemencia y criterio, la necesidad urgente de contribuir aún más, si cabe, a la consolidación del sector de extratempranos de la provincia de Almería.

Somos los únicos capaces de generar empleo, de poner en positivo la balanza comercial de Andalucía y los más innovadores. Con las cosas de comer, -y la agricultura nunca mejor dicho lo es-, no se puede jugar ni al parchís. Es mucho lo que nos jugamos para que los países de nuestro entorno, los del norte (Europa) y los del sur (Magreb) traten de pasarse por el forro de sus caprichos los acuerdos y las leyes aprobadas y convertir las fronteras de la unión en un coladero por intereses, espurios la mayoría, de unos pocos potentados capaces de mover en torno a sí todo un sector hasta, si es necesario, postrarlo o acabar con él. La oportunidad de la inauguración de la ampliación de las instalaciones de la cooperativa Vicasol -una empresa modelo en la provincia- le sirvió al presidente andaluz para defender el sector almeriense y reprender a aquellos que tratan de bailarnos o birlarnos lo que tanto trabajo nos ha costado construir.

Es importante, imprescindible diría yo, seguir en la línea de la innovación, del crecimiento, de la apuesta definitiva y clara por la calidad, la ecología y los productos limpios, como ejes sobre los que pivotar el crecimiento futuro y la sostenibilidad de esta tierra. Si los agricultores cumplen su parte; las cooperativas y alhóndigas, modernizan instalaciones y las empresas innovan, a las administraciones se les debe exigir que cumplan con su parte del trato, que no es otro, que velar por los intereses de sus ciudadanos.

No debemos prometer lo que no vamos a cumplir. Esto ya es grave. Pero lo es aún más dejar a Europa que incumpla sus propios compromisos y controles, abriendo las puertas a todo lo que llega de nuestros vecinos del sur, con vigilancia más que difusa. Todos deben vivir, desarrollarse, crecer, pero bajo las mismas normas, no con cartas marcadas o con la mirada en otra parte, mientras los que aquí cumplimos, se nos mira como bichos raros.

Fuente: elalmeria.es

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