AGRO 2.0 ESPAÑA: El pedrisco daña más de 45.000 hectáreas de cultivo en Lleida

El pedrisco está mermando la producción agrícola en las comarcas del sur de Lleida y las consecuencias empiezan a adquirir dimensiones catastróficas después de sufrir desde el pasado 8 de junio cinco tormentas que han dañado la cosecha de unas 45.000 hectáreas de cultivos, principalmente de fruta y cereales. Los payeses están desesperados porque las pérdidas son incalculables.

El último episodio castigó el martes por la tarde la comarca de Les Garrigues, con una afectación estimada por el Departamento de Agricultura de 3.900 hectáreas, sobre todo de fruta dulce pero también de viña, olivos, almendra y cereal. La piedra era del tamaño de una nuez, en la mayoría de las zonas mezclada con mucha agua, pero en algunos puntos cayó seca durante 15 minutos, lo que aumentó los destrozos.

La tormenta empezó por la zona de l’Albi y Vinaixa y se fue desplazando hacia el norte para acabar descargando con especial intensidad en los municipios de Arbeca y Puiggròs, con 2.900 hectáreas afectadas. Algunas fincas de Arbeca han sido arrasadas en tres ocasiones, por lo que sus propietarios no podrán comercializar la fruta. También resultaron afectados los cultivos de Les Borges Blanques, Juneda, Fulleda y l’Espluga Calba.

El director general de Agricultura y Ganadería, Miquel Molins, se ha reunido esta mañana con representantes de los sindicatos agrarios, cooperativas y alcaldes de la comarca para valorar los daños.

Los agricultores presionan para conseguir una rebaja de los seguros agrarios y para que se vuelva a subvencionar la instalación de quemadores de yoduro de plata, un controvertido sistema para combatir el pedrisco que algunos colectivos ecologistas la consideran una técnica “ineficaz, fraudulenta, peligrosa y éticamente inadmisible”.

Por su parte, la administración catalana es partidaria de iniciar un debate científico para determinar las ventajas e inconvenientes de esta técnica. Mientras tanto recomienda a los agricultores que apuesten por la instalación de redes antigranizo para resguardar los cultivos, una solución que para muchos es inasumible por su elevado coste.

FUENTE: EL PAÍS