La conservación y la preservación, premisas que han marcado el desarrollo de Doñana desde que en 1969 se creara el Parque Nacional, se han visto en estas más de cuatro décadas constantemente amenazadas por actuaciones y proyectos que ponen en riesgo uno de los enclaves naturales más importantes del mundo. El último de ellos es el almacenamiento subterráneo de gas que abandera Gas Natural Fenosa, un proyecto que, tras recibir el visto bueno del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, ha hecho saltar las alarmas sobre si pone en peligro la conservación de un enclave Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera. Cuando parecía que Doñana podía, como indicaron los grupos ecologistas, "respirar tranquila" tras rechazarse el proyecto de la Refinería Balboa, del Grupo Gallardo, ahora la amenaza vuelve a hacerse patente con un proyecto que la podría convertir, según los ecologistas, en un almacén permanente de gas natural. La extracción de gas se realiza desde hace
Los ecologistas han expresado sus dudas sobre la legalidad de un proyecto que podría vulnerar el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de Doñana y sobre la implicación que en el mismo haya podido tener el expresidente del Gobierno Felipe González, que ocupó la presidencia del Consejo de Participación de Doñana hasta el pasado mes de diciembre, y que es miembro del consejo de administración de Gas Natural.
A pesar de la repercusión mediática de los últimos días, no es este proyecto la única amenaza a la que se enfrenta Doñana y que puede poner en peligro sus ecosistemas, la calidad y la cantidad de los recursos hídricos, bastante mermados en las últimas décadas, o la conservación de especies emblemáticas como el lince ibérico o el águila imperial.
En los últimos 30 años, según la información de WWF, el espacio natural ha visto reducidos sus aportes naturales de agua en un 90 por ciento, algo en lo que ha tenido mucho que ver la proliferación "sin control" de la actividad agrícola en la Corona Norte en la que se localizan al menos 1.000 pozos que extraen agua subterránea sin autorización del acuífero 27, que nutre de agua a Doñana.
Fue en 2007 cuando desde la Junta de Andalucía se anunció un plan especial para la ordenación de los regadíos en esta zona, el conocido como Plan de la Fresa, que, cinco años después, aún no ha visto la luz, a pesar de concebirse como una de las actuaciones más urgentes para mejorar el uso del agua.
Esta imperante necesidad de recuperar los recursos hídricos de Doñana evidencia también la importancia de que se actué para recuperar el estuario del Guadalquivir y se rechace definitivamente el dragado de profundización pretendido por el puerto de Sevilla y que supone otra de las amenazas directas para este enclave.
Este dragado cuenta con un dictamen desfavorable de una comisión científica que alertó de su repercusión negativa en la dinámica, morfología y biodiversidad del estuario y por lo tanto del Espacio Natural de Doñana.
Pero no sólo existen amenazas externas derivadas de actuaciones de empresas e instituciones, ya que esta Reserva de la Biosfera también tiene que hacer frente a otras amenazas que ponen en entredicho hitos como la recuperación del lince ibérico.
En este punto se sitúa el furtivismo y las carreteras del entorno de Doñana en las que cada año mueren varios ejemplares de lince en libertad, algo que manifiesta la urgencia de seguir actuando en esta línea y en la de mejorar la conectividad del espacio con el exterior a través de la recuperación de los corredores ecológicos.
En el punto de mira de organismos internacionales como Ramsar, Unesco y la UICN, Doñana afronta el futuro como hiciera con el pasado, apostando por la máxima conservación y preservación, sin dejar de lado el desarrollo, y sorteando amenazas con la ayuda de todos aquellos que saben de la importancia y la riqueza de este enclave y de la necesidad de defenderlo.
Fuente: agroinformacion
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