Hoy, 15 de octubre, se conmemora el Día Mundial de las Mujeres Rurales. La Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural, AMFAR, que fue pionera en España en la celebración de esta efeméride en el año 1997, ha organizado una veintena de actos en distintos puntos de la geografía nacional para poner de relieve la importancia de la labor desarrollada por las mujeres en la economía familiar, el desarrollo rural y el campo español.
Un trabajo esencial para el mantenimiento de las zonas rurales, que además se ha convertido en el principal instrumento de fijación de población, empleo y biodiversidad.
En España viven casi seis millones de mujeres rurales que representan la tercera parte de la sociedad española femenina. Un colectivo que tiene una estrecha vinculación con el sector agrario, ya que según datos del Ministerio de Agricultura, uno de cada cuatro profesionales del campo es mujer. Lo que representa el 26% de los trabajadores del sector agrario español.
Un dato revelador en el sentido de que no representa la verdadera dedicación de las mujeres en las explotaciones agrarias, ya que no incluye a más de 700.000 mujeres, según datos gubernamentales, que estarían realizando labores agrícolas en calidad de “ayuda” o “colaboración familiar”.
Nuestra sociedad rural está fuertemente envejecida y masculinizada, de hecho, los mayores de 65 años en las zonas rurales doblan a la media nacional. Concretamente, uno de cada seis habitantes rurales tiene más de 70 años, una cifra que se hace más extrema cuanto más pequeño es el núcleo de población.
La media de edad de las mujeres rurales ronda los 55 años y cada vez nacen menos niños y se tienen más tarde. Además de ser más numerosos los mayores y personas dependientes que requieren cuidados sanitarios y atención especializada.
Ante esta situación, la juventud rural no está dispuesta a arriesgar tanto como han arriesgado las generaciones anteriores. La escasa valoración del trabajo desempeñado por las mujeres rurales ha supuesto que muchas de las más jóvenes hayan decidido irse de los pueblos en busca de formación y un trabajo remunerado.
Lo que pone de relieve la urgencia de invertir en las mujeres como verdaderos agentes de desarrollo rural y generación de empleo. Debemos ser cómplices con el espíritu emprendedor de las mujeres y ayudarles a crear empresas en el medio rural.
El impulso a este espíritu emprendedor, lleva aparejada la puesta en marcha de las medidas y políticas activas necesarias que faciliten la apertura de sus negocios, propiciando la creación de puestos de trabajo, fijando la población y dinamizando el entorno.
Estoy firmemente convencida de que esta promoción del autoempleo y del espíritu emprendedor de las mujeres rurales es posible en el mundo rural. Un convencimiento que también tienen las propias mujeres que son conscientes de los recursos y posibilidades que les ofrece su entorno, y están dispuestas a aprovechar como nuevas oportunidades de negocio y empleo.
Con la confianza de que seguiremos avanzando en la igualdad de oportunidades, aprovecho la ocasión para rendir un merecido homenaje a los casi seis millones de mujeres rurales españolas que solo con su presencia están garantizando la vida y la supervivencia del 80% de nuestro territorio y para reclamar el reconocimiento justo y merecedor de su labor.
fuete: infoagro
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