Limpio, desbrozado y en perfecto estado de prevención para afrontar un verano libre de llamas; así mantienen la falda norte de la Sierra de Guadarrama, una de las comunidades de ganadería ecológica más notables de España, cuya existencia en estas laderas constituye una garantía frente a los incendios. El valle que descansa bajo la majestuosa silueta de las cumbres guadarrameñas popularmente conocidas como "La mujer muerta" está bien custodiado por rebaños de vacas "felices y sin estrés" como las Fernando Mantecas, sexta generación de una familia de ganaderos de la cercana localidad segoviana de La Losa. Sus más de trescientas vacas, de la raza autóctona negra ibérica avileña, nacen, viven junto a sus padres y mueren, en los bosques y pastos mejor conservados del Sistema Central, que por sus valores naturales han recibido la declaración de Lugar de Interés Comunitario (LIC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) de la Sierra de Guadarrama.
El buen estado de estos montes ha hecho de ellos uno de los privilegiados enclaves por donde todavía hoy campea la más majestuosa de las rapaces de la península ibérica: el águila imperial.
"El buitre negro, el águila calzada, el milano real y la chova piquirroja son otras de las especies más emblemáticas de esta zona de altísimos valores naturales a cuyo mantenimiento han contribuido las comunidades de ganaderos ecológicos", señala Carlos Bravo, un histórico ecologista que durante años ha defendido estos territorios de la especulación inmobiliaria a través de la ONG local Centaurea.
Se trata de un ganado que se alimenta exclusivamente de lo mismo que lo hacían sus antepasados hace varios siglos: del rico pasto de estos valles generosamente regados por las aguas de los arroyos y riachuelos que se forman con las aguas del deshielo de las cumbres glaciares de Guadarrama.
Cuando otros empresarios optaron por las hormonas para el engorde y los abonos de síntesis para hacer crecer el prado de forma artificial, ganaderos como Mantecas decidieron dejar hacer a la sabia naturaleza, y que el pasto natural continuase siendo el único y mejor alimento de sus vacas, y sus vacas el mejor abono para los prados.
Bajo la supervisión del Consejo Agrario Ecológico de Castilla y León, su empresa sacrifica entre dos y tres cabezas de ganado a la semana en su sala de despiece ecológica situada en La Losa.
Allí se envasa por piezas al vacío y se transporta en frío a puntos de venta en toda España, la mayoría de ellos fijos en Madrid, Andalucía y Levante.
Bravo, actual responsable de la asociación Salvia, que promueve el desarrollo sostenible, es uno de sus consumidores habituales y explica que, frente a la carne del ganado convencional, la de vacas ecológicas "es mucho más tierna, porque proviene de un animal que no ha estado sometido a ningún tipo de estrés".
"Y, por supuesto, mucho más saludable en tanto que no estás ingiriendo ningún tipo de hormona, antibiótico o sustancia que se le haya dado al animal, estás comiéndote una vaca que vivido feliz y en libertad en el campo", subraya Mantecas.
Frente a quienes apuestan por lo fácil, este ganadero defiende "un modelo de producción que respete el medio ambiente, la calidad y la protección del consumidor".
Por eso a Mantecas y a sus vacas "felices" no le asustaron en ningún momento la declaración por parte de las administraciones de figuras de protección como la de parque natural, red natura y, en breve, la de un parque nacional en sus inmediaciones.
Y es que, está convencido de que "no hay nada que pueda generar más parque natural, limpiarlo y mantenerlo mejor que un rebaño de vacas como este".
"Este modelo de ganado siempre va a existir en los espacios naturales protegidos, porque garantiza la fertilidad de sus suelos, y porque si no estuvieran estas vacas se quemarían", concluye.
Fuente: agroinformacion
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