El 87% de los garbanzos que comemos en España viene de fuera, principalmente de México. Y cuando creemos que comemos espárragos andaluces, o de Navarra o de Aranjuez, de los de toda la vida, en realidad comemos espárragos cultivados en China y envasados en España por nuestras propias industrias. Incluso los pimientos del piquillo o las alcachofas se producen en Perú, en donde algunas de nuestras empresas andaluzas se han instalado para cultivar grandes extensiones a bajo precio. El ajo, tan español y con tanta importancia en Córdoba y en particular en Montalbán, también viene de China. Y a nuestros animales los alimentamos con granos transgénicos que aquí no podemos cultivar pero que importamos en cantidades ingentes.
Esta entrada masiva de alimentos de fuera -las importaciones han crecido en más de un 50 % en la última década- tiene un gran impacto. Se están dejando de cultivar ajos, garbanzos, espárragos, alcachofas… Y qué vamos a decir de la ganadería de leche que a duras penas se sostiene en Andalucía o del tomate de Almería cuyo precio se ha hundido por la entrada de tomate marroquí.
Aumenta la importación
Buena parte de esta situación se debe a la guerra de precios en la que están inmersas las grandes superficies y en general el sector de la distribución. La competencia arrecia y aumenta la importación de alimentos de bajo precio procedentes de terceros países.
La mano de obra barata, la falta de exigencias medioambientales y las facilidades de los gobiernos de países en vías de desarrollo a la instalación de empresas también son incentivos que está aprovechando la industria agroalimentaria. Empresas de prestigio -primeras marcas andaluzas entre ellas- especializadas en conservas vegetales, cuentan con importantes extensiones de terreno y plantas de envasado en Perú, en donde cultivan alcachofas, espárragos, pimientos del piquillo…. Si examinamos los botes de espárragos blancos o de pimientos para ensalada que tenemos en la despensa, en letra muy pequeña, veremos que están envasados en España pero producidos en Perú o en China. En el caso de los garbanzos o lentejas, en la mayor parte de los paquetes no se indica la zona de producción.
La superficie sembrada en se ha reducido a la mitad
Para los agricultores, estas importaciones son en la mayoría de los casos «competencia desleal» en cuanto a que si son más baratas lo son -como dice Eduardo Martín, secretario general de Asaja Sevilla- «porque no se les exige, en su producción, las condiciones medioambientales, sanitarias y sociales que la UE impone aquí». Martín explica que lo único que los agricultores pretenden en este asunto es que cuando la UE firma un tratado de libre comercio se imponga «la reciprocidad», en el sentido de que las mismas exigencias que hay para lo que se cultiva en Europa se impongan a los productos que nos vayan a llegar como consecuencia de esos tratados.
Como ejemplo del daño que hacen las masivas importaciones vale un dato: la producción de los espárragos blancos de Navarra ha decrecido de 25 millones de kilos en los años 80 a 2,5 millones de kilos el año pasado y la sangría de productores que abandonan el cultivo continúa. En Andalucía se cultivan unas 8.000 hectáreas de espárragos, la mayor parte para fresco, una modalidad en la que no hacen tanto daño las importaciones, pues el coste del transporte desde China o Perú para el vegetal fresco es alto. El negocio del envasado ya no existe, porque lo copan estos países.
Según datos de la Consejería de Agricultura y Pesca, en el año 1993 la media de producción de ajo en Andalucía estaba en torno a las 9.000 hectáreas, mientras que actualmente nos encontramos ligeramente por encima de las 4.500 hectáreas, lo que supone una reducción al 50%.
Desde Asaja Córdoba han alertado de la grave crisis a la que se enfrenta el sector, que está provocando que en la presente campaña ya se hayan sembrado en la provincia 500 hectáreas menos que el año pasado. Y la crisis del ajo cordobés -que genera más de 280.000 jornales al año- no es sólo financiera, que también. sino que está motivada sobre todo por la «difícil competencia» que presenta el producto importado desde China.
El presidente de Asaja Córdoba, Ignacio Fernández de Mesa, explica que China cultiva «miles de hectáreas» de ajo que se ofrecen en España «a precio de risa», sobre todo provocado porque el país asiático «siempre rebasa las cuotas de mercado» establecidas para este producto. Asimismo, Eduardo Eraso, técnico de esta organización, explicó a ABC que «el problema es que a pesar de que la Unión Europea ponga cupos y contingentes a la entrada del ajo chino, no se cumplen los controles en las fronteras y, además, nos encontramos ante una situación que denunciamos constantemente a la Unión Europea, y es que se trata de una competencia desleal basada en el gran diferencial de costes de producción, no solo por las normas fitosanitarias menos restrictivas, sino sobre todo, por el reducido coste de la mano de obra». Para superar esta situación de riesgo Asaja propone que la UE ejerza una «especial presión» a la hora de defender este cultivo, centrada sobre todo en el control de las fronteras».
Leguminosas
En España hemos pasado de producir cerca de 1.200.000 toneladas de leguminosas grano en los años 60, a poco menos de 400.000 toneladas en el año 2010. Si miramos, las estadísticas de la Junta de Andalucía de los últimos años, entre 2007 y 2012 las superficies dedicadas a estos cultivos -garbanzos, judías secas, habas secas, lentejas y hasta altramuces- los diferenciales son negativos y descienden de año en año. Por ejemplo, en 2012 hay 2.000 hectáreas menos de garbanzos que en 2011 y las judías secas son ya prácticamente testimoniales, con 65 hectáreas en toda la comunidad.
Eduardo Eraso dice que para explicar el declive de estos cultivos entran ya otras variables, «como es el problema de los productos transgénicos y la doble moral que usa la Unión Europea, que apenas permite su siembra pero que sí permite la entrada de muchos productos transgénicos producidos en países terceros».
Según Eraso, «EEUU, Argentina y China, introducen en la UE soja a precios bajos, que viene a sustituir en la elaboración de piensos a nuestras proteaginosas (leguminosas), lo que ha provocado que estas hayan descendido su producción radicalmente». Asimismo, indica que si estos países son muy competitivos es gracias a que cuentan con años de investigación y desarrollo en variedades fundamentalmente transgénicas. En definitiva, que no cultivamos transgénicos pero nos comemos los que cultivan otros. En total, España importa más de 14 millones de toneladas de alimentos para el ganado, incluyendo 7 millones de toneladas de soja, procedentes principalmente de Argentina y Brasil, según datos de un estudio publicado por Amigos de la Tierra y que elaboraron profesores de la Universidad Hispalense, la Pablo de Olavide y la de Vigo.
Fuente: abc.es
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