El cuarto proyecto realizado sobre algodón experimentado por la Escuela Politécnica Superior de Orihuela (Epso) demuestra que las fibras de mayor calidad son las que mejor se adaptan al microclima de la Vega Baja. Una buena noticia porque las variedades que aportan fibras de mayor longitud son las que al final tienen mejor rendimiento y las que consiguen un precio más alto en el mercado.
La Conselleria de Agricultura vigila de cerca la evolución de los proyectos llevados a cabo desde la Epso para solicitar a el próximo año subvenciones a la Unión Europea. El próximo cambio previsto en el orden establecido en el mapa de la UE para los cupos de cultivos subvencionados de cara al 2014 podría beneficiar a los agricultores de la comarca. Desde Bruselas apuestan por la rotación de cultivos y el tipo de algodón que se adapta en la zona no compite con las fibras que se cultivan en Andalucía. Un punto a favor del desarrollo de estas plantaciones olvidadas en los años noventa, pero que podrían recuperarse porque «hay falta de abastecimiento en el mercado nacional», apunta el técnico de la Conselleria, Miguel Valdés. No obstante, las investigaciones de la Epso de la mano de Joaquín Parra y Miguel Roca de Togores van más allá, puesto que la producción de hasta 1.000 hectáreas ya tendría comprador si las tahúllas se recolectasen la próxima semana. Un comprador que otras comarcas de la Comunidad Valenciana no disponen.
Para comprobar sobre el mismo terreno las calidades aportadas por las seis variedades plantadas este año, el técnico de la Conselleria de Agricultura, Miguel Valdés, visitó ayer el huerto escogido que está ubicado en la pedanía oriolana de San Bartolomé.
La primera comprobación sobre el terreno determina que las variedades americanas no tienen arraigo en la Vega del Segura, con lo que «las que mejor se adaptan son las autóctonas, las que tienen fibras más extensas», aseguró Parra, que adelantó que los primeros resultados son más que positivos.
Como señalan desde la Conselleria de Agricultura este cultivo «es un motor fundamental porque además de crear puestos de trabajo genera más actividad en la industria textil», destacó Valdés. En este sentido, la idea es que con la subvenciones superiores a los 1.000 euros los gastos y la mano de obra del cultivo del algodón queda sufragado, y la venta del algodón en el mercado quede a beneficio de cada agricultor.
No obstante, la Epso todavía aporta una ventaja más en su proyecto como es la máquina desmotadora. Un aparato que desgrana la semilla de la fibra y que supone un valor añadido porque los agricultores podrían vender las balas de estos tejidos más tratadas y por tanto a un mejor precio.
Para poner en marcha esta fase de conversión se piensa en una nueva ubicación de la gigantesca máquina porque en la actualidad está instalada en una nave industrial dentro del casco urbano de Callosa de Segura. «Los agricultores desmotarían sus cultivos a cambio de ceder el sobrante de los cultivos para crear biodiésel», comenta el profesor honorífico de la Epso.
Fuente: laverdad.es
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