En los últimos años la cuenca del Salado, la región de cría más importante del país, registró un incremento de la carga animal y un importante avance de la agricultura, principalmente en las lomas, ambientes que presentan su mayor productividad durante el período invernal. Esto profundizó el bache tradicional de forraje que se produce durante esta estación del año, repercutiendo negativamente en el estado corporal del rodeo de cría al inicio del servicio y, consecuentemente, en los índices de preñez.
Con el fin de lograr un mejor balance de la oferta forrajera a lo largo del año y poder mantener los índices productivos en niveles aceptables, una opción es diferir los excedentes de primavera-verano hacia el invierno, ya sea en pie o en forma de henos, henolajes o silajes.
En establecimientos de cría de bajo nivel tecnológico, la práctica de diferimiento en pie suele resultar más atrayente que la henificación o el ensilaje, por su bajo costo y su gran practicidad de utilización. Esta técnica se fundamenta en la capacidad de la vaca de cría en gestación de tolerar una restricción alimentaria durante el invierno, ya que sus requerimientos son mínimos y pueden ser cubiertos con un forraje de mediana calidad. Su éxito radica no solamente en producir una elevada cantidad de raciones por hectárea, sino también en aprovecharlas de manera eficiente sin que la hacienda pierda estado.
Entre los forrajes posibles de diferir aparece como interesante el sorgo, por su elevado nivel de productividad por hectárea. Esta especie presenta una alta eficiencia de uso del agua y la capacidad de ingresar en estado de latencia durante períodos de sequía prolongados.
Además, se adapta a suelos de baja fertilidad, tolerando ciertos niveles de alcalinidad, salinidad y drenaje deficiente. Estas características le otorgan una mayor estabilidad de rendimiento en ambientes marginales, en los que las condiciones climáticas y edáficas son limitantes para otros cultivos de verano.
Desde el 2007, el INTA viene desarrollando distintas experiencias en campos de productores de la zona norte de la Cuenca del Salado, trabajando en aspectos referidos al comportamiento de diferentes híbridos, el manejo del pastoreo y el seguimiento del estado corporal de los rodeos.
En los últimos tres años se han logrado producciones promedio de 9.000 Kg/MS/ha, y se alcanzaron niveles de aprovechamientos del 75%, sin registrar caídas en los estados corporales de los animales.
Con estos niveles de producción y aprovechamiento, el INTA estima que una hectárea de sorgo puede ofrecer alrededor de 600 raciones, las cuales permiten mantener seis vacas durante cien días.
Fuente: Clarín
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