Las cifras de esta campaña han ‘empequeñecido’ al olivar jienense. De golpe y porrazo Jaén ha pasado de representar el 21 por ciento de la producción mundial a quedarse en un escaso 5 por ciento. Las razones ya lo saben. La sequía del pasado invierno y el ‘cansancio’ de los árboles después de tres años de cosechas récord. Podríamos decir, por tanto, que estamos ante un ‘empequeñecimiento coyuntural’. De hecho, por aquello de que está cayendo la mundial, lo más probable es que la provincia ‘vuelva por sus fueros’ en la próxima recolección. Pero el verdadero problema es que también se está produciendo un ‘empequeñecimiento estructural’. Me explico. Jaén cada vez representa menos en el sector porque hay quienes crecen a pasos agigantado tanto dentro de España como fuera de nuestras fronteras. Según un informe del Consejo Oleícola Internacional (COI), la superficie plantada con olivos crece cada año entre 150.000 y 300.000 hectáreas.
¿Qué está pasando? Pues que la oleicultura trascendió hace mucho tiempo el arco mediterráneo. Se están subiendo al carro países de los cinco continentes porque es un negocio con un enorme potencial -su consumo representa menos del 3 por ciento de las grasas vegetales- y porque se trata de un producto que ‘se vende solo’ por sus demostradas cualidades cardiosaludables y para la prevención de muchas enfermedades. Resulta enormemente significativo que la finca olivarera más grande, con 17.000 hectáreas, se encuentre en Uruguay.
Especialmente relevante resulta el caso de nuestro vecino del sur, el reino de Marruecos, que ‘emerge’ ya como la cuarta potencia y que aspira a arrebatarle la tercera posición a Grecia (1.160.000 hectáreas) en el medio plazo. Un crecimiento exponencial que cuenta con el apoyo del propio rey marroquí. Las proyecciones son espectaculares. A tenor de los datos que maneja el propio COI, Marruecos pasará de las 900.000 hectáreas que tiene actualmente a un millón en 2014. Realmente la gráfica apunta hacia arriba ‘con consistencia’ desde que se conocieron las primeras estadísticas, en 2003. Entonces había 590.000 hectáreas. En una década la extensión prácticamente se habrá multiplicado por dos. Y además, con plantaciones intensivas y superintensivas, mecanizadas y con unos rendimientos superiores. Uno de los principales estímulos para este crecimiento -además de la apuesta del Gobierno- es el tratado comercial Europa-Marruecos. Un acuerdo que contempla, por ejemplo, la eliminación de los aranceles de 1,25 euros que los exportadores de Marruecos debían pagar por cada kilogramo de ‘oro líquido’ que mandaban a Europa.
Marruecos es quien más está corriendo, pero el resto tampoco se queda atrás. La propia España, pendiente ahora de cómo quedará la reforma de la Política Agraria Común (PAC) y su régimen de subvenciones, suma a razón de 55.000 hectáreas anuales, hasta alcanzar en estos momentos prácticamente 2,6 millones de hectáreas.
Todos avanzan. Argentina gana 7.500 hectáreas al año; Croacia, 1.000; Egipto, 2.000, Francia, 2.500; Turquía, 5.000… y así decenas y decenas de naciones que poco a poco incorporan este cultivo a su sistema agroindustrial. La próxima edición de la feria Expoliva, en mayo, será un buen exponente de estas universalización.
Fuente: ideal.es
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