En los países ricos se desechan más de la mitad de los recursos alimentarios producidos, mucho antes incluso de llegar a los consumidores, por no superar unos estándares comerciales
En esta sociedad en la que hay personas que carecen de alimentos, resulta insultante comprobar cómo en los países ricos, se tira el 30% de los alimentos que se compran. Sólo con la comida que desperdician Europa y EE.UU se podría solucionar el problema del hambre en el mundo entre tres y siete veces y evitar la pérdida diaria de más de 25.000 vidas humanas. El problema no es la falta de alimentos, sino lo que hacemos con ellos.
El despilfarro de alimentos nos obliga a cuestionarnos el funcionamiento del mundo feliz con pies de barro que hemos creado. La contradicción humana de producir casi el doble de la cantidad de alimentos que necesitamos y tirar un tercio del total, con las consecuencias que ello conlleva.
La primera de esas consecuencias es de carácter ético puesto que, en un mercado global de alimentos susceptibles de comercio internacional, todos, tanto los países ricos como los pobres, compramos alimentos esencialmente en las mismas fuentes. Si los países ricos compran cientos de millones de toneladas de alimentos y acaban tirándolos a la basura están retirando indebidamente del mercado alimentos que podrían haber permanecido en él a disposición de otras personas.
Otra consecuencia es, decididamente, estúpida: destrozamos el planeta reduciendo el capital natural del mundo en dos tercios, perdemos biodiversidad y convertimos la agricultura en una amenaza porque no se puede transformar el suelo en una fábrica de alimentos. Y todo, para que una gran parte de esos alimentos acaben en el cubo de la basura.
En los países ricos se desechan más de la mitad de los recursos alimentarios producidos, mucho antes incluso de llegar a los consumidores, por no superar unos estándares comerciales. Mientras en los países en vías de desarrollo el desperdicio de alimentos se sitúa entre el 30 y el 40 por ciento por falta de infraestructuras para conservarlos.
El papel del consumidor
Un estudio de la Universidad de Cardiff indica que el 5 por ciento de los recursos alimentarios se despilfarran en el sector de la agricultura, el 7 por ciento en el procesado y distribución, el 10 por ciento entre los minoristas y el 33 por ciento entre los consumidores. El consumidor es, pues, el eslabón central y el mayor derrochador de la cadena.
Es evidente que el individuo es inducido a consumir por medio del marketing, la publicidad, y que también los supermercados saben cómo explotar su instinto de acumulación. Cuando llenamos el carrito de la compra ya deberíamos saber que como mucho, vamos a comer el 70 por ciento de lo que compramos. Los psicólogos de la alimentación denominan a esta obsesión por tener la nevera llena "el síndrome de la buena madre", que también es un símbolo atávico de estatus, de prestigio.
El consumidor puede ejercer un papel esencial para romper esta tendencia, ya que los demás protagonistas de la cadena (productores, distribuidores, comercios, etc) son sensibles y receptivos a sus señales, a sus quejas. Debe ser el consumidor consciente el que decida.
El camino para prevenir el despilfarro de alimentos pasa por ajustar la producción al consumo y nuestra demanda a nuestras necesidades reales, dejar de crear excedentes y desperdicios, evitando así el gasto de recursos y la presión sobre el medio ambiente. Debemos también tener en cuenta que cuando se crean excedentes, todo lo que pueda ser alimento humano sea consumido por las personas, lo que significa donarlo y redistribuirlo.
El papel del Banco de Alimentos
Recoger alimentos donados por empresas y particulares para redistribuirlos a más de 43.000 personas en nuestra provincia a través de 198 entidades benéficas es el trabajo diario del Banco de Alimentos de Las Palmas. Un porcentaje importante de esos alimentos está contribuyendo a evitar que sean llevados al vertedero, una práctica que constituye uno de los casos más claros de despilfarro y una causa del deterioro del medio ambiente.
fuente: revistatara.com
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