Desarrollar la categoría de espumantes. Ese es el objetivo al que está apuntando Vinos de Chile.
El gremio, que reúne a las principales viñas del país, creó hace unos meses un comité de espumantes integrado por los principales actores que trabajan este producto.
Entre ellos se encuentran Viña Undurraga, San Pedro Tarapacá, Valdivieso, Cono Sur, Concha y Toro y Miguel Torres. Dicha mesa es presidida por el presidente de Vinos de Chile, René Araneda.
La idea busca satisfacer una demanda creciente por el espumante tanto en Chile como en el exterior, apostando por la innovación y diversificando la oferta de las viñas.
En el país la producción de vinos espumosos se estima en 0,5% de la producción total de la industria, muy por debajo del 7% a nivel mundial. Asimismo, Chile exporta US$ 15,9 millones de este producto a un promedio de US$ 36 la caja, mientras que el mayor competidor del Nuevo Mundo para el país es Australia, que realiza envíos por US$ 74 millones a US$ 45 la caja. Ellos consumen 2 litros de espumantes per cápita al año, mientras que los chilenos beben 0,5 litros.
No obstante, Araneda asegura que Chile cuenta con un evidente potencial de crecimiento. Argumenta que el país tiene las condiciones para hacerlo, ya que posee zonas costeras como Casa Blanca o Leyda, y otras frías del norte como Elqui y Limarí.
Uno los inconvenientes que Chile presenta para el desarrollo de este producto, según Araneda, es que los competidores de Europa se rigen por una categoría de espumante.
"En el caso de Francia, España e Italia hay una denominación de origen, una normativa, un marco regulatorio que rige. Si uno se pregunta qué es una cava española, desde el punto de vista del producto lo puedes definir; qué uvas se utilizaron, cómo se cosecha, cómo se fermenta, el tiempo de guarda, etc. Nosotros no tenemos nada de eso", señala.
Además, precisa que un gran porcentaje de los espumantes que se hacen en Chile son fermentados en estanque, no en botella, y que las denominaciones de origen son para el segundo formato.
A lo anterior se suma el bajo consumo del producto por parte de los chilenos.
El proyecto
En este sentido, Araneda asegura que la idea es establecer un marco regulatorio. "Pero en esto no hay consenso, hay algunos (viñateros) que son más libertarios que otros, unos prefieren tener un marco regulatorio, pero otros no", dice.
Asimismo, para llevar acabo esta iniciativa se restringirían las variedades. "No nos vamos a meter en las zonas, pero sí en las variedades. Algunas de las que tenemos definidas serían Chardonnay, Pinot Noir, Pinot Meunier. Además, incorporar la uva país y a lo mejor usarla como un atributo", explica.
Y adelanta que la idea es "tener un sello, así como el código de sustentabilidad de Vinos de Chile, que diga espumantes Vinos de Chile y que sea una definición de lo que es este producto. Lo queremos hacer premium y ultra premium ".
Añade que este sello permitirá dar un mayor contenido al espumante chileno, ya que agrupa a la industria detrás de un producto de calidad. "Eso genera una pirámide que incluso permite vender mejor los espumantes más baratos", dice.
Eso sí, Araneda aclara que solo los espumantes que se fermenten en botella contarán con este sello.
La industria, explica, también se encuentra dividida sobre si el espumante chileno debe tener un nombre, como el cava español o el champán francés.
El primero de octubre, el área comercial opinará sobre esta iniciativa. Con todo, Araneda espera que la instauración del sello esté lista antes de que termine 2013.
Si se llegara a concretar el proyecto y este lograra impulsar el consumo per cápita de espumantes en Chile desde actuales 0,5 litros a 1,5 litros -como Argentina-, la industria podría facturar US$ 60 millones adicionales.
0,5% es el porcentaje de la producción total de vino en el país correspondiente a los espumantes.
US$ 15,9 millones exporta Chile de este producto a US$ 36 la caja.
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