El 9 de marzo de 2010 fue aprobada en general y en la Cámara Baja el texto que tramita constitucionalmente la Ley de Obtentores Vegetales. Esta legislación, conocida popularmente como Ley Monsanto, intenta velar por el respeto a la propiedad de nuevas variedades vegetales, situación que aún se desconoce su trasfondo.
Álvaro Reyes, doctor y director de la carrera de Agronomía de la Universidad Santo Tomás , explica que esta norma debe ser muy cuidadosa para proteger el patrimonio biológico que pertenece a todos los chilenos y que no exista apropiación de material genético. “La ley de Obtentores Vegetales es un cuerpo legal y esto es muy importante ya que se necesita que institutos tecnológicos, universidades y las empresas dedicadas a la investigación, desarrollen nuevas variedades con características especiales y resistencias específicas, como por ejemplo: resistencia al estrés hídrico, mejor aprovechamiento de los nutrientes del suelo, mejor comportamiento de postcosecha, obtención de nuevos sabores y eficiencia industrial. Si no existe resguardo a la propiedad intelectual de esto, las empresas no tienen incentivos a invertir en mejoramiento genético y se pierde la oportunidad de generar crecimiento y desarrollo”, argumenta.
Esta ley se ha confundido con la producción de semillas transgénicas, lo cual en Chile está prohibido para el consumo humano, porque la información que se ha difundido no ha sido lo suficientemente clara para su entendimiento total. Lo claro es que tanto a productores de semillas como a agricultores en general les repercute esta legislación.
“Afecta a los productores de semilla, ya que, al no existir una ley que proteja el desarrollo de nuevas variedades, las empresas no estarán dispuestas a hacer inversiones en nuestro país porque no existen las condiciones para llevar a cabo la propagación de este material genético y resguardar el estudio. Por otro lado, afecta a agricultores en general, si no se establecen los límites de esta ley, se puede caer en el exceso de resguardar patrimonio genético de Chile e impedir su uso por parte de pequeños agricultores y comunidades. Por eso, esta ley debe estudiarse con cuidado y regular aquellos casos conflictivos”, indica
Chile se ha convertido en un gran comercializador de semillas lo que ha generado altas cifras de empleos y aportes al desarrollo económico, por lo tanto, la aprobación de esta ley influiría positivamente y potenciaría el mercado nacional. “La Ley Monsanto tiene implicancias en la agricultura ya que las empresas de semillas han crecido fuertemente en superficie plantada y producción.Nuestro país es el séptimo exportador del mundo y primero en el Hemisferio Sur. Toda esta situación genera 25.000 empleos anuales con 242.401 hectáreas de semilleros a nivel nacional según las estadísticas del censo 2007. Es decir, estamos en presencia de una industria relevante del sector agrícola”, concluye el profesional.
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