Casi en todo. Si ves la foto general, pareciera que son muy similares. Primero la minería y luego el sector agroalimentario en importancia. Pero si empezamos a despejar el escenario, vemos que el principal producto agrícola del Perú es el café, que Chile importa para consumo interno y procesarlo.
Ya es una realidad, no es solo teoría. Existe una empresa de capitales chilenos y peruanos, The FoodLinks, especializada en vender alimentos a China, donde es muy efectivo vender uvas por televisión, es un caso de éxito.
Los gremios desarrollan la confianza, que es vital. Chile y Perú pueden dar ejemplo de eso ejemplo al mundo. Si ves las cifras, no hay países más integrados, sobre todo en el mundo empresarial. Ya tenemos el Consejo Empresarial, que el próximo año cumple diez años. Eso no lo tiene ningún otro país. Eso se refleja también en gremios de menor tamaño, como la Cámara de Comercio de Lima que hace poco firmó una declaración con la de Santiago.
Hoy día, con la Alianza del Pacífico, no solo contamos con oficinas comerciales conjuntas en Turquía y Marruecos, sino que abriremos embajadas en conjunto. Se están organizando seminarios para atraer inversión a los cuatro países. En un par de semanas en Nueva York, los cuatro presidentes presentaran a sus países como destino propicio para la inversión extranjera.
Chile, gracias a políticas de Estadio, logró primero una red de acuerdos comerciales suscritos con los países más importantes del mundo. Eso es una primera señal de confianza que uno va mostrando y lo hemos sabido capitalizar. Creo que Perú eso ya lo tiene, pero le falta mayor experiencia en el mundo internacional, que poco a poco adquiere. Y por eso la transferencia y cooperación mutua entre empresarios y agencias del Estado.
Salvo la uva en un mes al año, en nada competimos. Quizás existen sensibilidades en los mercados locales porque generalmente Chile es muy celoso de su agricultura. Una de los activos que tenemos en el mundo es nuestra seguridad sanitaria y fitosanitaria porque tenemos desierto, hielo, cordillera y mar.
Ese prestigio que ha costado mucho ganar, más de veinte años, y que se puede venir abajo en cualquier momento.
Son coyunturas puntuales de lobbies y presiones que los empresarios hacen en todas partes. No podemos tomar estas medidas si estamos vendiéndonos como un solo país a terceros mercados, donde no nos conocen. Con suerte conocen Brasil, y el resto de Sudamérica es una sola cosa.
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