El cambio climático cambiará el paisaje del país en las próximas décadas, con efectos que incluyen el traslado de cultivos tradicionales -como los viñedos o frutales- de la Zona Central hacia el Sur, al adelanto de fecha de siembra hasta en 45 días. Los cambios pueden causar tanto pérdidas como ganancias, lo que dependerá de qué tan preparado esté el país.
Para eso, los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente lanzaron el “Plan de adaptación al cambio climático del sector silvoagropecuario”, que a través de 21 medidas busca dar solución a los nuevos escenarios que traerá el calentamiento global. Para ello el país solicitó US$ 10 millones a Naciones Unidas.
Se estima que si no se hace nada, por cada grado de aumento en la temperatura del país se perderán hasta US $ 2.500 millones. Las proyecciones dicen que la temperatura subirá entre 1 °C y 4 °C para 2100.
SISTEMA HIDRICO VULNERABLE
Mejorar el uso de recursos hídricos en un país donde el desierto se extenderá hasta la Zona Central en 50 años, es crucial. Por eso, ocho medidas del plan están dirigidas a la gestión del agua.
Alvaro Cruzat, subsecretario de Agricultura, dice que su incremento y gestión eficiente es lo más urgente, pues es una necesidad transversal para el sector. “Muchos de estos recursos hídricos están destinados a riego, el que mayoritariamente es ineficiente por falta de infraestructura o mala calidad”, dice. Y ahí es donde hay que avanzar.
Un diagnóstico que comparte Fernando Santibáñez, investigador de la U. de Chile y miembro del panel de expertos del plan, quien dice que lo más urgente es la realización de obras de captación de agua (para mejorar el riego) y la incorporación del riego tecnificado. “El riego por goteo o aspersión no debería funcionar a menos de 80% de eficiencia. No tenemos agua para seguir regando con eficiencia de 40%, como hoy”, dice.
La urgencia se enlaza con los pronósticos: se estima que las cuencas hídricas de Illapel, Aconcagua, Teno y Cautín bajarán su caudal hasta en 40% para 2100.
SIEMBRAS Y CULTIVOS
Adaptar las fechas de siembra y cosecha, de modo de maximizar el rendimiento en los cultivos sin afectar la calidad de los productos, es otra medida del plan, cuenta Cruzat. Como se estima que en el futuro habrá menos heladas, los tiempos de siembra de cultivos, como el trigo, maíz, papas y algunas hortalizas -que en general, se realiza en primavera- podrían adelantarse entre un mes y 45 días, dice Santibáñez.
La ciencia también será crucial para el área. Ya hay frutas como kiwis, arándanos y carozos que duran menos. “Necesitamos variedades que tengan mayor resistencia”, dice Santibáñez. Para eso es necesario el mejoramiento genético, una de las medidas del plan para fomentar un área poco desarrollada.
También se postula la creación de un banco de semillas, con el que proteger las variedades en caso de que se extingan. El trabajo ya lo comenzó el Inia, que mantiene cinco bancos con más de 28.500 especies. Cada banco tiene la capacidad de guardar hasta 50 mil especies por 50 años.
Para hacer frente al aumento de la temperatura se pretenden extender a todo el país, sistemas de cultivo que reduzcan el estrés térmico, como mallas que disminuyen la radiación. Además de crear un sistemas de alerta y control integrado de plagas que, se estima, aumentarán por el mayor calor.
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