En promedio, un chileno demora diez años en comer un pote de un kilo de miel, mientras que un suizo -los que más consumen- lo hace en ocho meses. El dato demuestra que la miel no es un producto común en la dieta local, pero en la industria creen que existe potencial en el mercado interno y que para explotarlo hace falta una campaña que incentive su consumo.
“En Chile existen 10.500 apicultores, y más de 5 mil de ellos son pequeños, y reciben apoyo técnico y monetario de Indap”, detalla el director de la entidad, Ricardo Ariztía. Esos cerca de 5 mil productores elaboran el 80% de la miel nacional, unos 6.640 kilos, ya que en 2012 la producción total de miel en Chile fue 8.300 kilos. Esas 8,3 toneladas equivalen apenas al 0,8% de la miel que se produce en el mundo, donde quien lidera la producción es China que en 2012 generó 337 mil toneladas, seguida de Argentina con 95 mil y Estados Unidos con 71 mil.
En cuanto al consumo, los que más demandan miel son los europeos. En Suiza, Austria y Nueva Zelanda consumen 1,5 kilos per cápita al año. Los siguen Alemania (1,2 kilos) y Ucrania y Canadá (1 kilo). En el mundo el consumo promedio anual es de 220 gramos, y en Chile ni siquiera se llega a la mitad, ya que los chilenos consumen sólo 100 gramos anuales.
El 85% se exporta
Para la industria de la miel la exportación es el negocio, ya que en el mercado nacional sólo se queda el 15% de lo que se produce, y el otro 85% se exporta, según datos de Indap.
En JMP Exportaciones explican que el negocio consiste en que los pequeños productores elaboren la miel para que luego sea comparada por las empresas exportadoras. Añaden que en Chile hay 3 compañías que concentran el 80% de los envíos de miel, mientras que el otro 20% se lo reparten entre otras cinco empresas. Además la miel se vende a granel, en grandes tambores, y es envasada por los importadores.
El gerente general de JMP Exportaciones, Juan Pablo Molina, explica que “hoy le compramos a cerca de 400 productores pequeños, y tenemos una alianza con Indap para eso. El trato ha sido beneficioso para nosotros y para los apicultores, ya que les compramos su miel a buen precio y además les vendemos insumos más baratos, lo que contribuye a sofisticar la industria”.
Y continúa: “Históricamente Alemania ha sido nuestro principal cliente. Antes de 2011 se llevaban cerca del 90% de la miel chilena, pero en 2012 esto bajó a 60%, puesto que en Europa se prohibió el ingreso de miel en base a polen transgénico, que en Chile es el 40% de la producción total. Esto nos obligó a redireccionar los envíos a Estados Unidos, Canadá, y China”.
En Indap explican que mercados como Estados Unidos castigan el precio de la miel, y pagan US$2,6 por el kilo ($1.300). En cambio el precio en Europa es, mínimo, US$3 por kilo de miel.
Pero pese a que ya no se envía tanto volumen a Alemania, según Molina el negocio internacional está en su mejor momento, ya que “la miel está siendo mejor pagada ahora que a finales del año pasado, porque hay escasez de producción en el mundo. El precio actual es de US$3,5 ($1.750) el kilo en Europa, mientras que en diciembre de 2012 fue de US$ 3 ($1.500) por kilo”. Agrega que “esto es lo que nos permite pagar $1.250 el kilo a los apicultores… Es un buen negocio para ambos”.
En Indap agregan que la incertidumbre comercial ha ido en descenso, producto de la recuperación del mercado europeo, ya que las mieles chilenas están cumpliendo con sus estándares exigidos y han abierto mercados como Francia e Italia, en desmedro del norteamericano. Además, las exportaciones en 2012 aumentaron 11,7% en volumen respecto al 2011.
Los pequeños apicultores señalan que generar valor agregado, como vender la miel ya envasada o conseguir una denominación de origen, podría elevar aun más el precio internacional.
Fortalezas y amenazas
“El chileno tiene que entender que la miel es un alimento y no un remedio para la tos”, señala Gabriel Galleguillos, apicultor nacional, que lleva más de 20 años en el rubro. “En Alemania, la miel es un ingrediente más en la dieta, y no necesariamente suple a los endulzantes”, añade.
Galleguillos cuenta que costó partir con esta industria, pero hoy los productores tienen buena maquinaria y conocimientos, y los estándares pueden compararse con los de Argentina, que es una industria fuerte en el mundo.
Alejandro Devia también se dedica a la producción de miel desde hace dos décadas, y relata que “ha costado avanzar en la industria porque Chile no es potencia en producción, pero hoy hay un gran interés por la industria, y hasta las universidades están interesadas en investigar un oficio que no se aprende de manera profesional ni técnica, sino que sólo por traspaso de conocimiento”.
Otro productor, Patricio Gamboa, explica que “este es un buen negocio, aunque últimamente se ha visto amenazado por la tala de bosques y la sequía, que hace deficiente la producción, puesto que hay menos flores en árboles como el Quillay, el Litre y el Tebo, que son los que dan más polen”.
Comenta que en un año lluvioso un cajón, que equivale a una colmena, puede dar hasta 50 kilos de miel, mientras que en un año seco la producción puede ser hasta de 10 kilos.
Galleguillos explica que la responsabilidad de potenciar el consumo en Chile es compartida entre los apicultores y el Estado. “Este es un producto sano, y debería ser potenciado, tal como sucedió con la palta en su momento, que gracias a la campaña que incluyó a Fernando González aumentó la venta, pero nosotros no tenemos dinero para eso”.
A juicio del gerente general de JPM Exportaciones, “son los exportadores y productores los que deberían hacer marketing a la miel nacional, en Chile y en el extranjero… La miel chilena es muy valorada en otros mercados como China y Ucrania, ya que al ser de buena calidad, la usan para mejorar otras mieles, y hacer mezclas”.
Volverse apicultor cuesta $15 millones
Si alguien quiere dedicarse a la apicultura y asegurar una buena producción, debe invertir unos $15 millones, estiman en JPM Exportaciones. Con ese monto se pueden comprar 200 cajas -colmenas-, cuya producción estimada es de seis mil kilos de miel al año, que a un precio de $1.250 el kilo, resultaría una ganancia anual de $7.500.000. Es decir, en dos años se podría recuperar la inversión, según puntualiza Juan Pablo Molina.
Sólo las cajas costarían $12 millones, y los otros $3 millones serían para la compra de máquinas como la centrífuga, que retira la miel de los panales, y otras maquinarias.
Detalla que una vez realizada la inversión inicial, los costos del rubro no son muchos. El control de enfermedades es uno de los principales, pero en medicamentos para una colmena se pueden gastar $1.500 al año, y si se multiplica por las 200 cajas, son $300 mil. Lo otro son los gastos tradicionales de cualquier actividad, como energía, mano de obra -dos empleados- y transporte.
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